La menorquina con una espectacular vista de los restos del Foro, el centro neurálgico y corazón de la Antigua Roma.

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La ficha

Lugar y año de nacimiento
— Maó, 17 de noviembre de 1992

Formación académica
— Grado de Psicología en la UB. Máster en Psicología Clínica en King’s College London

Ocupación actual
— Eligió el camino de la docencia y actualmente es profesora de idiomas

Vive en...
— Roma, ciudad a la que se mudó desde Londres en septiembre de 2017

En un futuro próximo...
— Se ve en la capital italiana, donde ha formado su propia familia

Ya se sabe, todos los caminos llevan a Roma (al menos en su pasado imperial) y en el caso de Neus Vidal Portella, esa ruta no fue en línea recta como en nuestro mapa. Antes pasó por Londres, donde residió tres años, aunque intuía que ese no iba a ser su destino final, «supe que no me quedaría a vivir allí». Mientras estudiaba inglés y se especializaba cursando un máster en su carrera de psicóloga, en la capital británica conoció a Giuseppe, romano, quien se convirtió en su marido y padre de la niña que espera para el próximo mes de octubre. Así fue como el anagrama roma-amor se cumplió para esta joven mahonesa, quien ahora se encuentra en feliz espera pese a la pandemia, que también condiciona la vida en la ciudad de las siete colinas. Aunque estudió psicología eligió la docencia como profesión, y da clases de idiomas en una academia y un colegio concertado.

Seis años fuera de Menorca ¿cómo ha sido ese recorrido?
—Justo cuando acabé el Grado de Psicología en la Universidad de Barcelona me fui a Londres. Fui au-pair, estudié inglés y me preparé para estudiar en la universidad; completé el máster de dos años especializándome en trastornos como depresión, bipolaridad y ansiedad. Y después me mudé a Roma, de eso hace ya tres años, en 2017.

¿Por qué abandona Inglaterra para establecerse en Italia?
—Porque conocí a mi marido, Giuseppe, italiano. Pasamos ese primer año en Londres, luego él se fue a estudiar a Maastricht y después regresó a Roma. Yo al terminar mi máster en Inglaterra tuve que decidir hacia dónde tirar, y finalmente me mudé a Roma por amor, porque allí él tenía trabajo y yo en ese momento tenía más flexibilidad. Debía elegir en qué país habilitarme para ejercer, aunque finalmente no lo he hecho, es muy, muy complicado, cada país tiene sus requisitos.

De momento entonces ha aparcado su intención de ejercer la psicología.
—Sí. Nunca he trabajado como psicóloga, a pesar de estar en el mismo marco de la Unión Europea cada país tiene una formación específica para la habilitación; yo me marché de España sin tenerla hecha y luego tenía que decidir en qué país concreto quería ejercer. En Italia eso supone una formación muy larga, mucho más que en España, y para mí al principio era difícil acceder, la homologación me podía haber llevado diez años. Era desalentador.

¿Y entonces qué vía profesional eligió?
—Pues como acababa de llegar de Londres, mi inglés era bastante bueno al haber estado estudiando tres años, busqué empleo dando clases de inglés y español. Actualmente enseño idiomas en una academia y en un colegio concertado de Primaria, soy maestra de español e inglés, y es lo que me gusta. Siempre me gustaron los idiomas y enseñar, al ir trabajando en la docencia vi que disfrutaba y empecé a dejar más de lado la psicología. Me formé como maestra y conseguí los certificados necesarios en Italia para enseñar, y me fui acercando más a la docencia, que ahora me encanta y es el camino que quiero seguir.

Está a la espera de ser madre ¿cómo se siente?
—Bien, la parte del embarazo ha ido normal pese a la pandemia de coronavirus, he ido a mis visitas, todo normal. En lo laboral estoy tranquila, tengo un trabajo indefinido, y luego también ayuda el hecho de tener aquí la familia de mi marido. Estamos muy establecidos, aunque somos personas flexibles para movernos, aunque imagino que luego con la niña habrá que pensarlo mucho.

Con el confinamiento lo más complicado fue el trabajo, la enseñanza a distancia; como todos los maestros creo, me pasaba todo el día pensando en la mejor manera y la más simple de llegar a todos mis alumnos desde casa. Al principio creíamos que serían solo dos semanas.

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Creo que todo el mundo pensó lo mismo, pero luego se alargó ¿le resultó duro?
—En cuanto al trabajo, dieron autonomía a las escuelas. Nosotros usamos una aplicación recomendada por el Ministerio italiano de Educación y luego, como la escuela es pequeña, cada maestro se organizó con sus alumnos, también dependiendo de sus habilidades tecnológicas. Yo grababa vídeos explicativos para que mis alumnos, que van de primer curso a quinto de Primaria, los pudieran ver cuando quisieran, y luego practicábamos mediante videollamadas, así podíamos también vernos, para los niños fue muy duro.
Estuvimos encerrados desde principios de marzo hasta mediados de mayo si no recuerdo mal. Roma no fue tan afectada por la pandemia como la región de Lombardía, no lo percibimos como algo tan dramático.

Al margen de esta crisis ¿cómo es vivir en una ciudad cargada de historia como Roma?
—Estar rodeada de monumentos y cultura realmente es una pasada, Roma no te la acabas nunca. Cuando trabajas, en el día a día, es un poco complicado, es una ciudad muy movida, con mucho tráfico, y eso es lo que me cuesta más. Vivimos más próximos al centro que en las afueras, podemos ir a pie al Gianicolo (no está entre las siete colinas clásicas pero se la denomina la octava, con magníficas vistas de la ciudad, tiene cerca la embajada española y se sitúa sobre el Trastevere)  y estamos a 30 minutos andando de la basílica de San Pietro, en Ciudad del Vaticano. Nos gusta mucho caminar por el Gianicolo, es muy tranquilo, y también podemos visitar andando el barrio del Trastevere.

¿Se percibe el impacto de la pandemia en el turismo?
—Muchísimo, como en todo el mundo. Roma además es una ciudad que tiene turistas todo el año. Cuando terminó el confinamiento y pudimos salir, fuimos a dar un paseo por el centro y era lo nunca visto, no había nadie, estaba vacío cuando siempre lo ves todo lleno. Impresionaba muchísimo caminar por esos sitios y estar solos, luego ya ha ido llegando un poco más de gente. Ahora ha regresado la actividad pero aún no se ven los turistas que había antes. Además el Gobierno ha ampliado el estado de emergencia hasta el 15 de octubre, lo que permitirá seguir con el teletrabajo.

¿Cómo será la vuelta a la normalidad el curso que viene?
—El 14 de septiembre se regresa al colegio, en principio de forma presencial, habrá que ver cómo se hace, porque los últimos protocolos son de finales de junio. Yo ya estaré de baja por maternidad. Igualmente pienso que ojalá se puedan abrir los colegios, los niños no pueden pasar otro año encerrados.

El 31 de agosto se van a decidir nuevas medidas, a mi me parece un poco justo. Se habla de que en Secundaria parte de la enseñanza pueda ser on line. Creo que va a ver muchas dificultades sobre todo por los espacios que se necesitan en las escuelas para cumplir con las medidas frente a la covid.

A nivel personal ¿cómo le ha afectado estar lejos de Menorca en estos momentos?
—Lo peor es que desde la última Navidad no he visto a mi familia. Queríamos ir a Menorca ahora en agosto, si se puede y las condiciones lo permiten, con todas las precauciones, porque después no sabemos lo que va a pasar.

¿Cómo han sido estos tres años en Italia, se siente ya parte de esa cultura?
—La verdad es que han sido años muy buenos, he conocido mucha gente, es cierto que españoles e italianos tenemos afinidad, a ellos les encanta España, siempre hablan muy bien de ella y yo me he adaptado rápido, el idioma lo he aprendido sin problema. Para los italianos es muy importante la familia. También dan mucha importancia a la gastronomía, la comida es muy buena. Lo típico en Roma es la pasta a la carbonara y también es muy famosa en la cocina romana la pasta cacio e pepe (un plato sencillo y delicioso en el que los ingredientes, además del espagueti, son la pimienta negra y el queso Pecorino Romano). Todas estas cosas, unidas al buen clima y el carácter de la gente han hecho que me haya adaptado muy fácilmente a esta ciudad.

¿Alguna vez se imaginó que tendría una hija italiana?
—No (ríe), nunca hubiera imaginado que acabaría viviendo en Italia. Siempre me gustó mucho el inglés y sabía que tendría alguna experiencia fuera; cuando empecé en Londres pensé que tal vez podría quedarme pero después con los años supe que no, que no me iba a quedar para siempre allí. En Italia estoy muy bien y desde el principio me gustó, pero claro, también aquí la situación es diferente, tengo la familia de mi marido, y como dije aquí eso es muy importante, yo tengo un gran apoyo en ese aspecto.