Imposición de manos del obispo Francesc Conesa, momento central de la ordenación | Gemma Andreu

TW
0

El obispo Francesc Conesa subrayó este sábado el compromiso y la vinculación del nuevo diácono menorquín, Pau Pons Seguí, con la diócesis: «quedas vinculado a la Iglesia menorquina, a la que deberás servir toda tu vida. Esto es lo que significa tu incardinación, que constituye un vínculo espiritual y el compromiso de amar con pasión a esta Iglesia, con sus grandezas y con sus limitaciones, y consagrarte a su servicio», afirmó el prelado en la homilía.

La ordenación de Pau Pons congregó al clero diocesano en la Catedral de Ciutadella así como a un numeroso grupo de fieles, entre los que destacaban los familiares y amigos que quisieron acompañarle en esta jornada llena de contenido y significado.

El obispo manifestó la alegría por esta ordenación diaconal: «después de un proceso hermoso de discernimiento, en el que has estado acompañado por tu párroco (en referencia a Joan Miquel Sastre, rector de La Concepción de Maó), tus formadores, tu familia y muchas otras personas, has solicitado con humildad acceder a este ministerio, que es un gran regalo del Señor y que él te otorga por medio de la Iglesia».

Mediante la imposición de manos y la oración durante la ceremonia de ordenación, Pau Pons quedó consagrado como diácono. Advirtió el obispo Francesc Conesa que «servir exige renunciar a comodidades y egoísmos, y dejar de ponernos en el centro para que dejar que este lugar lo ocupen los demás, especialmente los más vulnerables».

Una Iglesia que quiere ayudar

El sucesor de Severo en la sede episcopal de Ciutadella subrayó que «todos juntos, ordenados, consagrados y laicos, tenemos que mostrar que la Iglesia es servidora de los hombres y la sociedad; que no desea dominar, sino ayudar, que no quiere otros privilegios que ser los últimos, los servidores y los esclavos de todos». También aludió Francesc Conesa al celibato. Manifestó que «junto con el don del diaconado, el Señor te otorga hoy otro don: vivir célibe, imitando a Jesucristo, que permaneció célibe por amor al Reino de Dios. El celibato te ayudará a identificarte con Cristo y a entregarte por completo a la misión, con un corazón libre, dispuesto a amar a todos. Es signo de tu consagración total a Cristo. Este don hará particularmente fecundo tu ministerio».