Las navetas han devenido argumento clave para la futura voladura de la estructura que había de servir para regular la intersección en este punto. | Josep Bagur Gomila

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Las patronales del transporte no guardaban muchas expectativas de la solución viaria sobre Rafal Rubí porque «es una decisión política tomada de antemano a la que solo faltaba encontrarle cobertura jurídica», declara Joaquín Bisbal, presidente de Astrame. La eliminación de la intersección mediante la señalización de línea continua en la calzada no es precisamente lo que el sector profesional reclamaba.

«Veíamos con buenos ojos la opción del puente, siempre lo hemos defendido. La prioridad, deesde nuestro punto de vista, siempre ha sido y es la seguridad vial», apunta en la misma línea Isidro Bellota, vicepresidente de la Federación balear del Transporte.

Ambos coinciden en que haya obras pronto porque la situación de provisionalidad, que se prolonga ya durante seis años, es perjudicial desde todos los puntos de vista, incluido el paisajístico, que ha sido determinante en la opción finalmente acordada.
Aun sin esperar mucho del anuncio de la consellera de Movilidad y pendiente de que sea concretado técnicamente, no esconden su disgusto, «ni es buena para nosotros ni para nadie, me parece», opina Bisbal.

Al sector profesional le preocupa en particular que las obras vayan a ser divididas en tres tramos, cuya ejecución además no podrá solaparse. «Esa fórmula va a eternizar las obras», denuncia el presidente de Astrame, «además de que revela que no hay dinero para financiarlas, quizás sea ese y no otro el gran problema al que se enfrenta a reforma de la carretera general».

Cambio de sentido
Las patronales sí celebran al unísono la eliminación del giro a la izquierda o la rotonda en superficie, que fueron dos de las alternativas planteadas al puente. «Ya dijimos en su momento que si tiraban el puente por cuestiones paisajísticas y patrimoniales que al menos se dejara en pie el puente de L’Argentina para realizar el cambio de sentido desde un punto próximo y un giro con seguridad al otro lado», explica Bellota.

Ese punto en sentido Maó tendría que ser próximo, argumenta, «y que no sea en superficie porque supondría atravesar la calzada y sería trasladar el problema a otro punto de la carretera», precisa al recordar que habría servido para ello la estructura proyectada en Biniai y que finalmente se cayó de los planos. «Nos falta el giro con seguridad en algún sitio de ese tramo. Pero ahora mismo, lo prioritario es la seguridad y las obras pronto», reitera Bellota, directivo de la patronal asociada a CAEB.
Bisbal celebra igualmente la caída del caballo del equipo de gobierno del Consell en lo que respecta a los giros a la izquierda. De las explicaciones de la consellera Francesca Gomis colige que hay un reconocimiento «de los políticos a los técnicos, que dicen no a los giros a la izquierda, que es lo que han dicho siempre porque ellos se guían por criterios de seguridad y no por razones ideológicas», denuncia el presidente de la patronal menorquina integrada en PIME.

Expone la contradicción en la que ha caído el equipo de gobierno del Consell, que admite el riesgo de los giros a la izquierda y los descartará, según parece en este proyecto. Sin embargo, los ha permitido en el tramo Ferreries-Ciutadella recién reformado. «Es incoherente, aunque es mejor que por fin hayan entrado en razón en esta cuestión», añade Bisbal, quien expone que son decisiones políticas que utilizan motivos que curiosamente sirven para un tramo y para otro no.

No discute, sin embargo, la decisión de tirar el puente, respeta que otros grupos defiendan su desaparición de «un paisaje al que desgraciadamente nos hemos acostumbrado», admite.