El médico, en las escaleras mecánicas del hospital, el pasado martes, cuando Julià dio su cese por irremediable. | Josep Bagur Gomila

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Han sido días «emocionalmente muy intensos» para el doctor Ramón Fernández-Cid, quien confiesa que podía esperar el apoyo de compañeros ante su cese como jefe de la UCI –finalmente revocado–, pero no la movilización continuada de distintos departamentos y categorías, de pacientes, «de gente que no conozco» y a quien traslada su agradecimiento. Pero también, ahora que nadie se lo exige en ningún documento, desea que quien se haya sentido molesto en estos días convulsos en el hospital, reciba sus disculpas. Afirma en esta entrevista que «es momento de serenarse».

¿En qué difiere el acuerdo logrado del anterior, cuál era ese escollo insalvable?
—La gerencia hablaba de implantar un modelo asistencial que yo no conocía y no podía aplicar. La gran diferencia es que ahora se habla de aplicar un nuevo modelo que habrá que elaborar, está por definir y será plasmado en el contrato de gestión de 2021. Tenemos que trabajar todos los compañeros en elaborar ese modelo consensuado, útil para nosotros y para la sociedad.

¿Qué mejoras supondrá para el paciente?
—El gran beneficio es que nuestro servicio avance hacia una política de calidad integral en cuidados intensivos. Aunque esto ya lo venimos haciendo desde hace años, estamos comprometidos con la calidad. Ya en 2010 se llevó a cabo uno de los primeros proyectos, Bacteriemia Cero, para reducir las infecciones. El acuerdo reafirma ese compromiso.

Entonces ¿cuál fue el problema entre usted y la gerencia?
—La indefinición. La calidad es un término muy amplio, la Sociedad Española de Medicina Intensiva tiene 150 indicadores, se pueden escoger muchos, hay que definir el modelo que interesa a la gerencia y al servicio.

El gerente afirmó que no daba usted el perfil.
—Por eso yo pedía que se definiera ese modelo y saber por qué yo no podía participar en él.

También se habló de pérdida de confianza ¿está tocada su relación con el doctor Julià?
—La pérdida de confianza también es algo muy genérico, que yo creo que hay que definir bien, dar razones, si te han encargado un proyecto y no lo has cumplido, por ejemplo. Yo estaba dispuesto a seguir trabajando y de una manera leal. Por mi parte mi actitud será profesional, tenemos que volver a empezar, sin recordar todo esto. Esa es mi postura. Si tuviese algún problema en trabajar con el doctor Julià o su equipo, sería yo quien dimitiera.

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¿Es cierto que se le invitó a dimitir antes de hacer público el cese? ¿Desde cuándo lo sabía?
—Sí, se me invitó a dimitir antes de cesarme, pero no hace meses sino semanas, concretamente el día 28 de octubre. Ese día tuve la primera noticia, el gerente me convocó y me dijo que había decidido cesarme por pérdida de confianza, y me ofrecía que yo dimitiera antes. Intenté que se me argumentara en qué consistía esa pérdida de confianza y ahí llegó la indefinición. Si estaba previsto, no lo sé, yo llevaba trabajando en muchos proyectos en el servicio, sobre todo ahora con la pandemia, y no tuve la sensación de que se me apartaba. Yo todo esto no me lo esperaba, me sorprendió.

¿Y esperaba la reacción y las protestas continuadas?
—No. Podía esperar que mis compañeros hicieran algo a mi favor pero que tanta gente de todas las categorías, pacientes, y no solo míos, gente que no conozco..., jamás lo hubiera pensado. Han sido días muy intensos, y a la vez trabajando; y mis compañeros en ese sentido han sido ejemplares, con la profesionalidad que les caracteriza. Nuestra labor tiene que seguir a pesar de todo lo que haya alrededor y creo que ha sido así. El otro día dimos el alta a un paciente que llevaba 37 días ingresado por covid-19 y esas son las cosas que realmente nos importan.

¿La UCI ha sido la punta del iceberg de un problema de fondo en el hospital?
—No lo sé, es posible que personas que han tenido algún problema con la dirección hayan aprovechado, es humano, y otros lo hayan hecho por amistad, porque me conocen de hace muchos años y confían en mí, y porque les parecía injusto. A medida que no había una explicación convincente, creo que parecía más injusto y eso llevó a la movilización, ha habido una cierta respuesta social en defensa de algo que creían que no se debía tocar. Pero en el hospital ha habido servicios y personas que no se han manifestado, muchos trabajadores han tenido una postura neutra y otros han estado a favor de mi cese.

Dos de las intensivistas en UCI apoyaron su cese ¿será ahora más necesario ese proyecto de ‘coaching’ de equipo que usted ya planteó?
—Todas las posiciones son respetables. Tenemos que hablar entre nosotros de manera tranquila y fuera de este clima de tensión, ver qué podemos mejorar. No hay ningún problema por mi parte. El coaching se planteó porque el servicio ha sufrido muchas tensiones (menciona la grabación de compañeras por parte de un médico, pendiente de juicio, y luego, la llegada del coronavirus). En mayo, al final de la primera ola, se planteó este coaching para reforzar el equipo y creo que ahora será muy necesario, con mayor motivo. Pero no se rechazó, hay que ser justos, se estaba valorando cuáles eran las mejores opciones, el gerente estaba de acuerdo.

El nuevo modelo lo evaluará la gerencia, no la directora médica, que ha estado en la diana de las protestas. ¿Por qué cree que ha sido así?
—El contrato de gestión lo evalúa siempre la gerencia, otra cosa es que luego delegue. En cuanto a la figura de la directora médica, no hay nada personal con ella. Mis compañeros han manifestado su descontento con su actitud. No quiero entrar en polémicas, hay que mirar hacia delante, pero creo que como compañera intensivista podíamos hacer muchas más cosas juntos que por separado. El hecho de compartir especialidad debía haber sido algo positivo y no negativo.

¿Cómo se resolverá el problema de los excesos de jornada? ¿Se marcha finalmente el médico de apoyo?
—No, he hablado con el doctor Julián y seguirá haciendo guardias en la UCI hasta junio de 2021, ya están planificadas. El problema precisamente son las guardias, somos seis médicos pero solo cinco las hacemos (una doctora es mayor de 55 años), entonces nuestra jornada está por encima de lo que marca la Unión Europea. Esa es la demanda de mis compañeros que yo apoyo. Lo ideal sería aumentar la plantilla y disminuir cargas pero no es fácil, no hay intensivistas, están buscados. La otra opción es compensarlo con más descansos, que es lo que se acordó con la gerencia y se aplica desde el 1 de noviembre y se hará en diciembre; luego habrá que evaluarlo.

¿Se ha cerrado esta crisis, o es solo una falsa tregua?
—Por mí está cerrada, pongo todo el interés y esfuerzo en seguir adelante y trabajar como hemos hecho hasta ahora. Ni yo ni mi servicio queremos avanzar en la polémica, mis compañeros han cesado la movilización y retirado sus dimisiones, también la petición de dimisiones de la dirección. Esto no ha sido grato para nadie. Nuestra intención es hacer que sea un mal recuerdo y seguir avanzando. Hay que volver a la normalidad, hablar de medicina y cuidados de pacientes, que es lo más importante.