La maquinaria de la instalación se encuentra en seis módulos metálicos junto al depósito de Malbúger. | Josep Bagur Gomila

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Es discreta. Apenas se percibe desde la calle, insertada con poca altura en las instalaciones del depósito de Malbúger. Su estética tampoco luce, es más bien funcional. Industrial. Metal y mucho tubo. No obstante, se trata de una infraestructura muy importante y esperada para los vecinos de Maó. La nueva planta desnitrificadora ha empezado ya a funcionar después de algo más de un año de trabajo, más de lo previsto en parte por los efectos de la pandemia. De momento funciona en fase de pruebas, un ensayo de 21 días bajo la tutela de los técnicos de Hidrobal. Luego intervendrá Sanidad para certificar que todo está en orden. Cuando así sea, todo estará listo para que, aproximadamente, media ciudad disponga de agua corriente apta para el consumo humano, con un nivel de nitratos inferior al máximo permitido.

«Ya estamos en la fase final», explica junto a la instalación la teniente de Alcaldía del Ayuntamiento de Maó responsable de Medio Ambiente, Conxa Juanola. Espera que los permisos no tarden en llegar, porque Sanidad ha trabajado ya en el proyecto y porque «no es un tratamiento muy agresivo». El Consistorio dispondrá así de un modo efectivo para reducir el nivel de nitratos en el agua que se suministra a los vecinos, un problema endémico de la ciudad, para lo que se han invertido unos 600.000 euros que proceden de los fondos del Impuesto de Turismo Sostenible.

La maquinaria de la planta está en seis módulos metálicos. Son dos líneas de tratamiento idénticas, paralelas, con tres fases distintas (reactor biológico con los microorganismos, tanque de aireación, y filtros de sílex y carbón activo para afinar la calidad del agua). Fuera de los módulos, en dos depósitos, se cierra el proceso con la desinfección. El resultado es un caudal con un nivel de nitratos muy inferior al máximo permitido de 50 miligramos por litro, entre 20 y 30. Luego, en el depósito principal de Malbúger, se mezcla a partes iguales con agua procedente directamente de los pozos, con lo que se acaba distribuyendo un líquido con una presencia de estos minerales acorde con los límites legales. Potable. Cantidades y niveles son regulables según las circunstancias.

Las técnicos municipales Sonia Sans y Beneta Orfila, y el jefe de distribución de Hidrobal en Menorca, Ignacio Juanico, explican que la planta funciona con unos microorganismos (ahora se están generando) que descomponen los nitratos ‘comiéndose’ el oxígeno. El nitrógeno resultante se convierte en gas, por lo que se diluye en la atmósfera de una forma inocua. Desaparece. La instalación está automatizada, se activa o apaga en función de la demanda, y requiere una atención mínima en cuanto a personal.

Juanola explica que «es lo que se valoró de esta oferta, que no contamina, no genera otros desequilibrios. Con el problema que hay con el agua, no podíamos admitir un alto rechazo». La instalación ha sido construida por la empresa Proveïments d’Aigua SA. Los técnicos comentan que la planta es una tecnología avanzada, consume poca electricidad y genera muy poca agua de rechazo, además en unas condiciones que permite ser vertida sin problemas a la red de saneamiento. Métodos como la osmosis sí generan esta elevada cantidad de agua desperdiciada.

La planta tiene capacidad para depurar unos 1.000 metros cúbicos de agua al día, que una vez mezclada supone la posibilidad de distribuir hasta 2.000 metros cúbicos de agua potable diarios.