La obligación de tener las ventanas abiertas obliga a profesores y alumnos a seguir las clases con abrigos y bufandas, lo que dificulta la concentración. | Josep Bagur Gomila

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La presencialidad es necesaria. La asistencia a clase de forma alterna que se aplica en cursos de ESO y Bachillerato no es el escenario ideal para alcanzar una educación de calidad. Pero ante la excepcionalidad de la época, se requerían medidas excepcionales. Así lo consideran los centros de Secundaria una vez superados los primeros meses del curso escolar. Este primer trimestre ha estado marcado por la presencia de mascarillas, gel hidroalcóholico, distancia y ahora, además, mantas, gorros y guantes.

Los centros consultados coinciden en apuntar que se están haciendo esfuerzos para que más cursos vuelvan a las clases presenciales. «La semipresencialidad no es el sistema ideal», asegura el director del instituto Joan Ramis i Ramis de Maó, Llorenç Pons.

Depende de la responsabilidad de cada uno. Además, indica que «los alumnos a estas edades necesitan relacionarse, tener contacto». No obstante, insiste en que «dentro de las dificultades, más o menos funciona». En su caso, esta misma semana han incorporado la presencialidad total en segundo de Bachillerato, que en unos meses deberán enfrentarse a las pruebas de acceso a la universidad. Se ha habilitado la sala de actos como aula. Ya asistían totalmente a clase los alumnos de primero y segundo de ESO.

El Consell Escolar celebró hace unos días un pleno en el que se invitó, de forma virtual, a alumnos y padres para poder valorar este inicio de curso. Y tal como narra como portavoz del STEI, Maria Camps, hubo gran coincidencia en las valoraciones. A lo que agrega que «todo lo que habíamos preconizado, se ha acabado cumpliendo».

Tanto estudiantes como padres han venido solicitando este regreso total al aula y, de forma expresa para los grupos de segundo de Bachillerato. El sistema implantado genera carencias y «está pasando factura», ya que «el currículum se está retrasando, se ha tenido que retroceder en temario» y en el caso de querer acelerar materias «no todo el alumnado puede seguir el ritmo», indica Camps. Es por eso que «no tener el doble de profesores está teniendo consecuencias académicas». Apunta que los docentes tienen mucha más carga de trabajo porque «tienen en clase un grupoy otro en casa al que atender». La clave estaba en «duplicar profesorado para que todos tuvieran presencia en el centro», agrega la portavoz del sindicato educativo. «La crisis sanitaria hubiera podido ser un revulsivo si el Govern hubiese puesto los medios, hubiéramos podido resurgir de las cenizas», asevera Camps. Además, resume del Consell Escolar que el sistema genera desigualdades educativas. Mientras que uno podrá aplicar la presencialidad en todos sus alumnos, otro deberá mantener la alternancia en clase resintiendo la enseñanza.

El instituto Cap de Llevant también ha incorporado la presencialidad total de los estudiantes de segundo de Bachillerato. No obstante, cuando se superan las ratios permitidas, se reduce el grupo y mediante una webcam unos pocos siguen las explicaciones del profesor desde otra aula. Su director Jaume Bonet indica que la valoración del mayor o menor éxito de la semipresencialidad «depende del nivel», ya que no es lo mismo un alumno de segundo de Bachillerato, más autónomo, que uno de segundo de ESO, que no ha adquirido la madurez y necesita mayor atención. Aunque tiene claro que «en cualquier enseñanza pensada en la presencialidad, esto no es lo ideal, pero nos hemos adaptado».

Desde el ‘Josep Maria Quadrado’, su director Miquel Àngel Casasnovas, también indica que «la primera impresión es que ha funcionado, pero no es lo mismo, es un año muy excepcional, no se puede dar el curriculum así como se había pensado». Se han tenido que adaptar y dar contenidos básicos del curso pasado. Casasnovas apunta que el incremento de la presencia (en su caso, han sumado al programa inicial segundo de Bachillerato, que es presencial en un 80 por ciento, y antes de Navidad probarán con cuarto de ESO con un 85 por ciento de presencialidad) supone también un mayor riesgo de contagio.

En el colegio concertado La Consolació también empezaron con la semipresencialidad para los cursos de tercero y cuarto de ESO y ahora ya han recuperado la asistencia completa a clase «con mucho esfuerzo de los profesores», indica la directora Ana Edo.
En lo que coinciden todos los centros es en que las medidas de higiene y distanciamiento están funcionando, ya que la incidencia del virus ha sido mínima, los contagios se han producido fuera del centro escolar y no ha habido transmisión en el aula. Y pese a las dudas en el inicio de curso, la adaptación ha sido ejemplar.