Imagen del interior de las instalaciones de la central térmica del puerto de Maó. | Gemma Andreu

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El nuevo sistema de refrigeración que Endesa puso en marcha oficialmente el 1 de enero de 2020 para poder cumplir con la directiva europea de emisiones industriales ha permitido que las turbinas TG3, TG4 y TG5 de la central de Maó –las afectadas por esta normativa comunitaria– reduzcan un 83 por ciento la emisión de uno de los gases más perjudiciales, los óxidos de nitrógeno (NOx), al cielo del levante menorquín. Es el balance que la compañía eléctrica hace, ya con cifras oficiales en la mano, del primer año de funcionamiento de este sistema que enfría el proceso de combustión con agua procedente de la depuradora de Maó-Es Castell, en los primeros compases del año pasado con camiones y ahora a través de una doble canalización de seis kilómetros.

El descenso de emisiones de NOx es incluso superior al anunciado, que en principio iba a rondar el 75 por ciento, y se ha calculado con parámetros que permitan sacar de la ecuación el importante descenso de demanda que se ha registrado en la central térmica a raíz de la pandemia y de la puesta en marcha a mitad de año del cable eléctrico submarino con Mallorca. Por ello se toma como indicador los gramos de óxidos de nitrógeno emitidos por electricidad producida en kilovatios hora. En 2019, la media de las tres turbinas emitieron 5,43 gramos de NOx por kilovatio hora producido. Un año después el balance ha sido de 0,92 gramos por kilovatio hora, un descenso ligeramente superior al 83 por ciento.

Si en cambio se toma en consideración el valor absoluto de emisiones de estas tres turbinas –indicador que sí recoge el efecto de la caída de la demanda de electricidad en 2020, del 18,1 por ciento– el descenso de emisiones de NOx se eleva hasta el 91,7 por ciento. En 2019 las tres turbinas emitieron 1.257 toneladas de estos gases contaminantes mientras que en el año 2020 fueron ‘solamente’ 104 toneladas.

En este punto cabe incidir en el hecho de que esta reducción de emisiones impuesta por Europa y recogida en la normativa nacional solamente afecta a tres de los ocho grupos de generación de la central, dejando fuera tanto las turbinas de gas más antiguas, como los tres motores diésel. Cabe subrayarlo teniendo en cuenta que precisamente en el año 2020 la producción de las tres turbinas de gas, las que funcionan con gasoil, ha descendido un 51 por ciento, según confirman desde Endesa, que en cualquier caso no es responsable del orden de prioridad de entrada en producción de sus grupos, que ordena Red Eléctrica como operador del sistema eléctrico.

En este se establece que tienen prioridad de entrada los combustibles más económicos. Eso ha provocado que, como ya informó este diario, en 2020 casi el 65 por ciento de la electricidad generada se haya producido con los motores diésel, los más contaminantes, que funcionan con fueloil y que en el año 2016 agotaron su periodo de vida útil, concepto que se refiere a la amortización de la inversión. Las turbinas de gas asumieron el 35,2 por ciento restante de la generación.