Operarios trabajando en la reparación de una de las muchas fugas de agua que se detectan. | Archivo

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El volumen de agua potable que se pierde en fugas de las redes municipales de abastecimiento de la Isla sería más que suficiente para cubrir el consumo anual (tanto de residentes, como de turistas) de Ciutadella, el municipio más poblado y el que con diferencia registra la mayor demanda. De hecho, también daría para cubrir los consumos conjuntos de la ciudad de Ponent y de Ferreries. Los últimos datos publicados por la Dirección General de Recursos Hídricos –relativos a 2019– sitúan en algo más de 3,5 millones de toneladas la cantidad que se suministra y no se llega a facturar, lo que supone una pérdida del 27 por ciento, 2,6 puntos más que el año anterior.

De hecho es precisamente Ciutadella el municipio que presenta los peores datos en materia de aprovechamiento de agua suministrada. De los poco más de cinco millones de toneladas de agua que se extraen principalmente del acuífero pero también del mar a través de la desaladora se quedan por el camino al menos 1,9 millones de litros, un 37,6 por ciento. Y decimos al menos porque la ciudad de Ponent solo aporta información a Recursos Hídricos sobre el 20 por ciento de su red de abastecimiento y desde el Govern sospechan que con una información más extensa ese porcentaje podría elevarse, como ya ha ocurrido. En 2018, con información sobre el seis por ciento de la red, las pérdidas estimadas eran del 26,03 por ciento.

La directora general de Recursos Hídricos del Govern, Joana Garau, puntualiza que dentro de ese volumen de pérdidas puede haber subcontaje, es decir, problemas para calcular el consumo real debido, por ejemplo, a la obsolescencia de los contadores o la no imputación del consumo de los servicios municipales. Aunque también subraya que hasta 2015 todos los datos sobre pérdidas eran estimaciones y que ahora se va incrementando el porcentaje de las redes que se monitoriza con datos reales. La realidad desde entonces está mostrando dos tendencias, con pueblos en los que se subestimaban las pérdidas y pueblos en los que se sobrestimaban.

En cualquier caso Garau expone los efectos perniciosos de las fugas y el descontrol en las redes de abastecimiento. Tienen que ver con la sobreexplotación innecesaria de los acuíferos y con el consecuente aumento de la intrusión marina: «Toda esa agua se podría pensar que al fin y al cabo se filtra y vuelve a los acuíferos, pero retorna en otras condiciones y calidad, es un gran riesgo a largo plazo». Subraya que hay «mucho trabajo que hacer», aunque entiende las dificultades que supone mantener un trabajo constante de reposición de redes subterráneas.

Comparaciones

El análisis por municipios sitúa a Sant Lluís en la posición más positiva. Es el tercer municipio con un mayor consumo y, con un control real del 95 por ciento de la red de abastecimiento, solamente pierde por al camino el 13,93 por ciento del caudal, por debajo incluso de los objetivos del Plan Hidrológico para 2027. La comparación por islas muestra situaciones similares en todo el archipiélago balear (a excepción de Formentera). En Mallorca el porcentaje de agua perdida en fugas es del 26 por ciento y en Eivissa, del 27,74 por ciento.