Voluntarios y propietarios de Es Molí de Baix trabajaron ayer intentando recomponer y volver a plantar los árboles recuperables que arrancó la lluvia | Gemma Andreu

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Los efectos devastadores de la riada del pasado martes en Ferreries tuvieron especial incidencia en el barranco de Trebalúger y en el de Algendar, como ha sucedido en otras ocasiones, lo que ha supuesto destrozos y pérdidas en las fincas ubicadas en ambos parajes de la geografía insular.

En el de Trebalúger las consecuencias fueron ruinosas en varias fincas que han visto como sus cosechas quedaban anuladas por el desborde del torrente. Barro, piedras y cañas han invadido los cultivos del forraje para los animales por lo que el trabajo de los payeses está siendo especialmente duro, primero para limpiar las hectáreas cultivadas y luego para volverlas a sembrar.

El conseller de Medio Ambiente, Josep Juaneda, visitó durante este fin de semana varias de las fincas que han perdido sus cosechas y tomó nota de la situación tras hablar con los payeses.

En el barranc d’Algendar las plantaciones de árboles del proyecto de Caritas, en Es Canaló y Sant Antoni de S’Aranjassa, también se han visto afectadas en la producción de los destinados a la venta que elaboran personas en riesgo de exclusión.

Otro tanto ha sucedido en la finca Es Molí de Baix, cuyos propietarios también se dedican al cultivo ecológico, especialmente de árboles frutales. La riada se los llevó por delante en ambos casos y ayer un grupo de 18 voluntarios, amantes del Barranc d’Algendar, acudieron a la estancia de Flora Ritman durante toda la jornada para echar una mano en los trabajos de limpieza y recuperación.

La prioridad fue rescatar los frutales, levantarlos con una poda de rescate,    cuidarlos con    abonos orgánicos, limpiar todo el material arrastrado entre las ramas, recoger y asear el terreno.Los no recuperables fueron amontonados para su posterior recogida. Los trabajos con voluntarios seguirán a lo largo de la semana.

Tanto Ritman como los responsables de Caritas hacen una llamada a las instituciones para que se impliquen en el mantenimiento del barranco. «Es una perla de la naturaleza a la que no se hace el debido caso, se están perdiendo 800 años de historia y horticultura», señala la ecologista.