Torrent, en la terraza del club, con el Moll de la Trona al fondo, frente a Cala en Busquets, donde gestionan los amarres.    | I.P.D.R.

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El 14 de enero, Rafel Torrent (Ciutadella, 1940) cederá el testigo en la presidencia del Club Nàutic Ciutadella. Lo hace, renunciando a un segundo mandato, para que entre savia nueva, tras casi 40 años de participación activa en el día a día de una entidad que goza de buena salud, con 743 socios, más de 200 licencias deportivas y unas cuentas, asegura, saneadas.

¿Por qué decide dejar el cargo?

—Me costó decidirlo, pero luego sentí alivio; me quito de responsabilidades. No sigo porque tengo 81 años, tendría 85 al acabar, y porque he estado en cinco directivas, de presidente de 1979 a 1983. Debe venir gente nueva, con ideas, y yo colaboraré con lo que necesiten, ya que soy el socio vivo más antiguo y conozco los intríngulis del club.

Parece que se postula Gonçal ‘Salo’ Moll para el relevo.

—Se ha comentado, pero no es oficial aún. No hay candidaturas, pero todavía estamos dentro de plazo.

¿Qué ha sido lo más complejo de su gestión estos cuatro años?

—Al estar ocho años en la anterior junta con Tolo Carrasco, todo fue muy continuista. Lo más relevante ha sido la nueva gasolinera. Nosotros la hemos instalado, pero el logro, que es lo importante, fue de Tolo. Lo que sí hemos conseguido es la designación para organizar el Campeonato de Europa de la clase Láser de 2024.

¿De qué se siente más satisfecho?

—De nada en particular, quizá de eso. Al entrar dije que me gustaría organizar un Mundial o un Europeo y lo hemos conseguido. Y ha sido muy difícil, por competir contra muchos lugares de Europa... Y que lo den a un pueblo y un club tan pequeño... Con Andreu Hernández elaboramos un buen proyecto y nos han felicitado por ello.

¿Cuál es el presupuesto del club?

—Manejábamos 1,2 millones de euros antes de tener la nueva gasolinera. Ahora quizá habrá algo más de ingresos, aunque el margen de beneficio es pequeño. Lo importante es dar un mejor servicio.

¿Qué ha cambiado?

—La anterior era a través de un convenio con Repsol, que acabó. Un empleado cerraba a las 19 horas y los sábados por la tarde y domingos no abríamos. Ahora, Ports    nos ha dado la concesión de la gasolinera y ya no tenemos ataduras. Abrimos 12 horas diarias, los siete días de la semana, con más personal para dar mejor servicio. Y obtenemos beneficios que revierten al cien por cien en el club, sus secciones deportivas e instalaciones.

La sede, cedida por Ports.

—Tenemos la concesión hasta 2043 y esperamos renovar, o sería un desastre para el club. También porque cedemos el local para actos, sea quien sea, porque no tenemos una filiación política. Tenemos socios de todas las ideologías.

¿Y el tema de los amarres?

—Administramos 214 amarres, entre el puerto y Cala Busquets, y tenemos unas 250 peticiones más, pero tiene difícil solución. El puerto es pequeño y no hay más. Cuando trasladaron los barcos al dique nos ofrecimos para invertir un millón en el muelle para tener más amarres, pero Ports no quiso, lo pagaron y lo gestionan ellos. Yo creo que el club lo haría mejor, la administración es menos ágil.

A nivel de gestión del puerto, ¿cómo es la relación con Ports?

—Muy buena, hay entendimiento. Al final, todos vamos en la misma dirección, queremos que todo funcione. Nos complementamos. Nosotros estamos dispuestos a todo y colaboramos, por ejemplo, con la limpieza del fondo, hace unas semanas, de nuestros submarinistas.

¿Cuál es la asignatura pendiente en el puerto?

—Para nosotros, lograr la gestión de Cala en Busquets, que ahora tenemos en precario, de tres en tres años, hasta 2023. Ya nos avisaron que habrá un concurso público, por lo que, hasta entonces, queremos coger músculo económico para poder optar. Es legítimo que cualquier empresa se pueda presentar, con sus intereses económicos, pero no sabemos cómo afectará a la gente que tiene allí sus barcas. Nuestro fin es social y debemos defender que cualquiera pueda tener un amarre asequible.

¿Qué inversiones contemplan?

—Ahora estamos construyendo la oficina para la gasolinera, una lavandería y una pequeña tienda para poder surtir a las embarcaciones en tránsito. A parte de eso, el objetivo es invertir en Cala en Busquets.

¿Cree que el turismo náutico puede dar aún más de sí?

—El turismo de calidad es aquel que gasta, y el náutico es de un nivel medio-alto, que gasta, en restaurantes, compra unas avarques, una botella de gin o de vino, una fogassa de formatge. Pero siempre es posible mejorar.

Lo que si tienen es una buena cantera deportiva; con exponentes como Felip Moll.

—Ha sido una regata y una gran aventura, estamos orgullosos de este hito. Históricamente el club ha tenido grandes deportistas, ha dado campeones y subcampeones de España, de Europa, del mundo, pero al no ser deportes de masas...

Pero esto requiere un esfuerzo.

—Uno de los principales gastos son los monitores; tenemos muchos, porque queremos que vengan chicos. Y tiene que ser algo seguro; son deportes con cierto riesgo, no es como jugar al fútbol que te puedas romper un pie. Es en el mar y hay que tomar medidas y estar atentos a la meteorología.

Eso sería a las puertas del centenario de Es Nàutic.

—El 12 de abril de 2023 cumpliremos 100 años. Tenemos una comisión para preparar los actos del centenario. Aún no está confirmado, pero parece que organizaremos el Campeonato de España de Optimist. Y Joan Pons Alzina está preparando un libro sobre la historia del club.