Trabajos de construcción de la Clínica Juaneda en Ciutadella, una de las obras en ejecución más voluminosas de Menorca en 2021. | Gemma Andreu

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El año pasado se invirtieron en Menorca casi noventa millones en obras. Es el mejor dato del último lustro después del pico alcanzado en 2019, lo que revela el alto ritmo de recuperación. «La remontada es real, la reactivación económica ha llegado con el ladrillo, la actividad es creciente», declara Miguel Ángel Sicilia, presidente del Colegio de Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación de Menorca al comentar los resultados reflejados en la estadística de 2021.

La clave descansa en la obra nueva, la vivienda unifamiliar en los núcleos costeros, que es ahora el gran mercado de obra y con frecuencia incluyen piscina, y en las reformas y rehabilitaciones. En cambio no se construyen edificios plurifamiliares más allá de las promociones de vivienda pública que están en marcha.

Todavía queda suelo clasificado en la costa, aunque se ha reducido por la normativa que impide dar licencias en los núcleos que carecen de saneamiento. Los términos de Sant Lluís y Ciutadella son los más afectados.

Capital

El ritmo inversor en chalés es otro indicador de que «Menorca está de moda y se plasma en el ladrillo. Comprar en Menorca es aún más barato que en Mallorca y Eivissa y es un factor que anima al inversor. Menorca sigue siendo la gran desconocida», agrega Sicilia.

El capital que promueve la obra nueva y buena parte de las reformas y rehabilitación de casas antiguas en modernas residencias es francés, nuevos inversores de clase media, y español fundamentalmente. Este segundo grupo lo forman inversores procedentes de Madrid, Cataluña y el País Vasco.

Muchas de las compraventas tienen finalidad inversora. Algunos promotores compran dos parcelas, una para construir su residencia estival y la otra destinada al mercado turístico. El presidente de los aparejadores intuye que muchas de las licencias concedidas recientemente a contrarreloj en Cala Llonga se presentaron con la esperanza de que una nueva zonificación turística permita el alquiler en un futuro no lejano.

Con los datos en la mano, Sicilia reitera el mensaje optimista tras dos años de pandemia, «hemos sido el motor de la recuperación durante ese periodo y los datos lo confirman». Analiza el momento respecto a la grave crisis económica de 2008. Entonces «todo el mundo, bancos y administraciones, cerraron la puerta a un sector que estaba hundido. Ahora es diferente, a nadie han dejado tirado, todos los sectores han recibido ayuda, es lo que toca», reflexiona.     

Inercia para 2022

La previsión para el año recién comenzado es de continuidad, «será bueno por la inercia que arrastramos de 2021, los contratistas tienen carga de trabajo para bastante tiempo, hay mucha demanda», asegura.

Ese alto ritmo de faena exige también mano de obra cualificada y esta sigue presentado carencias. «Faltan oficiales albañiles, encofradores, ferrallistas...», denuncia. También las industrias auxiliares (carpinteros, electricistas) acusan las perdidas profesionales de la anterior crisis, opina.