Hospital Mateu Orfila | Gemma Andreu

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El servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Mateu Orfila ha perdido una especialista, de cuatro en plantilla han pasado a ser tres, debido a la reciente marcha de la doctora María Cerdá Sabater, quien achaca su decisión a múltiples factores, entre ellos la carestía de la vida, la dificultad en las conexiones, y la escasa compensación económica e incentivos para quedarse. Al final «hasta que no vienes no ves las dificultades de vivir en una isla», resume.

La médico hematólogo solo ha permanecido un año en el hospital menorquín, llegó tras producirse la baja por motivos familiares de la doctora Pilar Galán, en enero de 2021, tras años al frente de este servicio. La salida de María Cerdá con destino a Catalunya, donde ya había trabajado antes, se suma a la cascada de especialistas que llegan al Mateu Orfila y pasado un tiempo, en ocasiones muy corto, deciden cambiar de destino. Hace pocos días se conoció que otros dos especialistas, un médico internista y uno rehabilitador también dejan el hospital. Problemas de personal y de un destino poco atractivo que son una crónica largamente anunciada por el sindicato médico Simebal.

El problema de la vivienda

La especialista, que a finales de febrero terminó su etapa menorquina, ha explicado a Es Diari que inicialmente «llegué con la familia y con idea de quedarnos». Madre de una hija, pensó que este sería un sitio ideal para criarla, pero la primera dificultad fue la vivienda. «Fue muy difícil, nos costó mucho encontrar casa», y después, en el día a día, «todo es más caro, hay que coger el avión para todo, yo tengo familia en Alicante, y sin tener su apoyo cerca, todo se hace más duro», afirma. Y aunque reconoce que no todo son razones económicas, ese es un factor que marca la diferencia porque «tienes que pagar tus cosas y como ocurre con otras profesiones, si todo es más caro al final tu sueldo es más bajo». Una remuneración que es inferior a la de otros destinos y que no cuenta con el reivindicado plus de insularidad equiparado al de Canarias, por el que se han movilizado no solo los sanitarios sino también otros trabajadores públicos. Pero además, entre los médicos, tan demandados, también hay inestabilidad laboral. «Llegas con un contrato eventual de seis meses, y luego te hacen otro de seis meses más, la verdad, eso no anima a establecerse», asegura la especialista, «está claro que cada uno tiene sus razones pero en general, no se nos motiva, si todo es más difícil y no te compensan, pues decides irte, otros compañeros lo están pensando», añade.

La doctora recalca que su queja es «contra el sistema», porque en el trabajo se ha sentido bien, «el hospital ha sido estupendo, supongo que el problema es del Servicio de Salud» e imagina que en Eivissa y Formentera la situación puede ser peor que en Menorca.

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Hay cierto poso de desencanto en las palabras de esta joven especialista, ya que admite que llegó a la Isla con ilusión «pensamos quedarnos un tiempo pero no hemos hallado nuestro sitio, lo pones todo en una balanza y he decidido volverme cerca de la familia». Su marido, natural de Catalunya, pudo teletrabajar mientras residían en Menorca, ahora se reinstalarán en la península.

La doctora prefiere no comentar su próximo destino, aunque sí señala que es un hospital más grande que el Mateu Orfila . Con anterioridad había trabajado en la Unidad de Hemostasia y Trombosis del hospital Vall d Hebron de Barcelona y también en el Consorci Sanitari de Terrassa y la Clínica Corachán.

Con esta última despedida, febrero finalizó con un goteo importante de médicos que deciden cambiar de destino y abandonar Menorca.

Otro de los especialistas cuya marcha se conoció la semana pasada, un internista, también cubrió un periodo de alrededor de un año.

Lo que evidencia una vez más la necesidad de fidelizar a los facultativos que llegan a la Isla.