Estudiantes de segundo de Bachillerato del IES Josep Maria Quadrado han participado, para «Es Diari», en un interesante debate para valorar el bono cultural que prepara el Gobierno central. | Josep Bagur Gomila

TW
2

En Menorca, según datos del Institut d’Estadística de les Illes Balears (Ibestat), este año alcanzarán la mayoría de edad 1.011 jóvenes nacidos en 2004. Son ellos los potenciales beneficiarios del llamado Bono Cultural Joven, la subvención que emula iniciativas    similares en Francia e Italia, para la adquisición y el disfrute de productos, servicios y actividades culturales.

El borrador del real decreto que regulará estas subvenciones las justifica a partir de dos objetivos. Por un lado, para «facilitar el acceso universal y diversificado de los jóvenes a la cultura, afianzar hábitos y crear nuevos públicos». Y por el otro, «apoyar y dinamizar los diversos sectores culturales que han resultado muy castigados durante la pandemia».

A partir de ahí, el Gobierno incluyó en los Presupuestos Generales del Estado para 2022 una partida de 210 millones de euros para estas ayudas, que se prevé que lleguen a 500.000 jóvenes.

Pero... ¿Qué opinan ellos?

A priori parecería que el bono cultural debiera recibirse como algo positivo por parte de los adolescentes. Sin embargo, ellos mismos ofrecen puntos de vista enfrentados, sobre lo pertinente, o no, de la medida que impulsa el Ministerio de Cultura.

Para medir el grado de aceptación o rechazo en relación a estos 400 euros, compartimos un debate con una cuarentena de alumnos de segundo de Bachillerato del IES Josep Maria Quadrado, de Ciutadella. Son los que se podrán beneficiar del bono, y los hay de las ramas Científica (Tecnológico y de Salud), Social (Ciencias sociales y Humanidades) y Artística (Música y Danza), aunque estos últimos, representados en menor número en este grupo.

De entrada, ya han oído hablar del bono cultural y están al tanto, más o menos, de a qué lo podrán destinar. Es entonces cuando, cuestionados sobre el asunto, surgen opiniones dispares, a favor y en contra.

Los más críticos consideran que se trata de una propuesta equivocada. Primero, porque es un mal momento, afirman algunos, por la crisis de la covid y por el inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania.

Para Jaume Anglada esta «es una forma de desperdiciar un dinero que se podría destinar, por ejemplo, a las personas mayores».

En la misma línea, Josep Bosch opina que «es excesivo que se gasten 210 millones de euros con este bono cultural». Porque, en realidad, «mucho de este dinero se gastará mal» por parte de los beneficiarios.

«Con estas ayudas, lo que hacemos es acostumbrar a los jóvenes a vivir de subvenciones, a recibir dinero sin haber hecho nada», apunta Marc González, partidario de que «recibir un dinero debe ser porque te lo has ganado».

Clàudia Camps y Jaume Anglada discrepan. Ella, al contrario que él, cree que «es una buena iniciativa, una buena manera de impulsar la cultura». Sin embargo, ambos ven claro que «se trata de una propaganda encubierta del Gobierno», que «no deja de ser una manera de comprar votos».

En este punto surge un interesante debate. No obstante, es importante tener en cuenta que, de los presentes, menos de una decena afirman ser lectores habituales (más allá de las lecturas obligatorias) y que solo un alumno admite ir, de vez en cuando, al teatro. En cuanto a los conciertos y a la música, tampoco son grandes consumidores. «En Menorca y, sobre todo en Ciutadella, no hay suficiente oferta cultural adaptada a los gustos de los jóvenes de nuestra edad». Lo dice Neus Camps, quien ve bien que se intente colaborar con la cultura, pero no así. «Este dinero debería invertirse de otro modo, pero no así».

En cambio, su compañero Josep Mercadal, a pesar de que «no entiendo mucho» la intención real de la subvención, sí lo valora    como «una buena cosa si está pensada para consumir productos determinados para incentivar la cultura».

Precisamente, esta distribución «en origen» de los 400 euros y que venga tan marcada la forma de repartirlos, no gusta mucho. Es bastante generalizada la opinión que cada uno debería poder administrarlo según sus intereses, porque, si no, en realidad no se invertirá con lo que gusta a cada joven.

Pero el debate concluye con una proclama a favor de la cultura. Nara Triay observa con «preocupación que no tengamos claro que la cultura es la base de la sociedad, y es una mala noticia que pensemos que se trata de una mala inversión». Ella, igual que otros compañeros que la secundan, opina que «la cultura es fundamental» para el progreso de la sociedad.