Clientes con la mascarilla puesta en la puerta de un comercio | Josep Bagur Gomila

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Mejor después de Semana Santa que antes. En eso coinciden los sanitarios consultados por este diario con la decisión del Ministerio de Sanidad de suprimir la obligatoriedad del uso de la mascarilla en interiores el 20 de abril, pero es en lo único, porque todos hubieran optado por retirarla de modo escalonado y evaluando los indicadores de incidencia de la pandemia.

«Yo hubiera hecho antes un ensayo en las escuelas», valoró Joan Carles March, médico mallorquín que es profesor en la Escuela Andaluza de Salud Pública desde hace más de 30 años y forma parte del consejo académico de la Escola de Salut Pública de Menorca. March afirma que en Balears los centros docentes cuentan con medidores de la calidad del aire y hubieran sido un buen espacio para empezar a suprimir las mascarillas. «Y dos o tres semana después de ese ensayo se hubiera podido valorar si subían o no los casos y contemplar si se ampliaba la medida», explica, «creo que es demasiado pronto y que se ha decidido por un criterio de fechas y no tanto sanitario o científico».

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March es crítico asimismo con la nueva estrategia de medición de los casos, que solo registra los positivos en mayores y vulnerables porque, añade, «si hay brotes o un aumento considerable de casos nos enteraríamos demasiado tarde», esto es, cuando las personas que desarrollen la covid-19 de manera más grave lleguen a los hospitales.

El médico de urgencias Claudio Triay, delegado del sindicato Simebal, opina lo mismo «ahora vamos a ciegas, pasan 15 días o más para que un aumento de casos se refleje en las hospitalizaciones», apunta. Triay cree que hubiera sido mejor esperar incluso hasta mayo «porque desconocemos realmente cuál es la situación epidemiológica ahora mismo en España». Ve «acertada y prudente» la decisión del IB-Salut de mantener las pruebas PCR a todos los que ingresan en los hospitales de Balears, algo que no sucede en todas las comunidades, «de nuevo hay descoordinación», lamenta. «Creo que de nuevo estamos muy condicionados por situaciones que no tienen que ver con la epidemiología y eso es lo que hace que cometamos errores, vamos a ver qué pasa y a confiar en que no haya una séptima ola», comenta.

Para José Jonay Ojeda, epidemiólogo y uno de los portavoces de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas), con esta «cascada de decisiones para eliminar restricciones se puede dar el falso mensaje de que el virus ya no contagia y la pandemia ha desaparecido». Este experto considera prudente esperar quince días pero cuestiona que el Ministerio ponga una fecha «a piñón fijo, independientemente de que puedan suceder otras cosas, nos acercamos a otro periodo con cambios de comportamiento como es Semana Santa, después de mucho tiempo y sin casi restricciones, y la falta de aislamiento de la población general también es otro factor a tener en cuenta», asevera. Opina que la decisión se podía haber supeditado a una evaluación posterior y «no dar el mensaje de sí o sí a la ciudadanía, pase lo que pase», porque si el indicador de ocupación hospitalaria empeora, el más sólido que se tiene ahora mismo, «habría que repensar muchas de las medidas de desescalada que se han puesto en marcha a nivel central y autonómico».

La encuesta

Andrea Rodríguez, restauración, 22 años.

«Creo que fue útil sobre todo al principio de la pandemia, ahora ya no»

Esta joven está satisfecha con la retirada de la mascarilla «yo ya estoy cansada de llevarla», afirma, aunque añade que si las circunstancias obligan, como en entornos vulnerables o cerca de personas de riesgo, la seguirá usando. Sobre estos dos años de llevarla añade que «al final te acostumbras, creo que ha sido útil para evitar contagios sobre todo al principio, ahora ya no».

Carles Carrasco, almacén construcción, 57 años.

«La mayoría estamos vacunados, un día u otro se tenía que hacer»

El momento de suprimir la mascarilla también en interiores tenía que llegar, opina Carles Carrasco. «La mayoría estamos vacunados, creo que un día u otro se tenía que hacer, el cuerpo se tiene que acostumbrar», reflexiona. En principio no la utilizará más a no ser de que vuelva a ser obligatoria, y añade, eso sí, que siempre ha respetado las recomendaciones de los sanitarios.

David Pons, bisutero, 22 años.

«Este es un paso para volver a la normalidad que teníamos antes»

«Creo que este es un paso más para recuperar la normalidad», asegura David, «lo que teníamos antes de la pandemia». Este joven no es reacio a seguir usándola «si lo veo necesario, si hay mucha gente alrededor, por descontado». Estos dos años cree que el uso de la mascarilla ha sido útil para prevenir, «bienvenidas sean si eso sirve para evitar contagios», concluye.

Magdalena Salord, jubilada, 82 años.

«Ha sido conveniente pero me molesta mucho, me la quitaré»

Magdalena está de acuerdo en que se retire el uso de la mascarilla en interiores. Reconoce que es necesaria pero le resulta incómoda, las gafas se empañan con la mascarilla, «yo me la quitaré, me molesta mucho», dice esta octogenaria. Eso sí, cree que ha sido una protección conveniente en estos años, porque así «no nos hemos contagiado tanto la enfermedad».

Nando Salord, jubilado, 72 años.

«Puede ser que alguna vez la siga usando»

«En según qué sitios yo no las suprimiría, estoy de acuerdo en que se mantenga en el transporte público y donde haya mucha gente también es necesaria», señala este jubilado. Asegura que él no la lleva por la calle pero «soy de los que tienen miedo, puede ser que alguna vez la siga usando», y añade que «para mí es una protección perfecta porque no me he contagiado».