Entrada principal al conjunto monumental del Llatzeret, que desde ahora será más accesible a la ciudadanía tanto a través de las visitas públicas como de las numerosas actividades que acogerá a lo largo del año

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Entre mayo y noviembre hay 24 actividades programadas en el Llatzeret, la mayoría de las cuales cuentan con programas de más de un día. Se trata, una vez superado el periodo de restricciones por la pandemia, de la puesta en marcha definitiva en este recinto para los usos cultural, formativo y recreativo.

Falta por concretar el uso turístico u hostelero, que ha de suponer la principal fuente de ingresos para la autofinanciación del atractivo espacio público que se incorpora a la oferta para celebración de eventos.

El uso de hospedería, como se llamó en su momento con razonada ambigüedad porque los usos actuales no contemplan el hotelero pero sí el residencial, está condicionado por varias circunstancias. La primera es la elección del modelo de explotación. Ha de definirse entre concurso público que contemple inversión para la remodelación de los tres edificios que incluirá la oferta con un plazo largo y un canon que permita amortizar la inversión o, en segundo lugar, que la administración pública financie la rehabilitación de los inmuebles y arrendarlos después al mejor postor.

Isaac Olives, director insular de Proyectos Sostenibles y responsable de la gestión del Llatzeret, explica que el borrador de los pliegos de condiciones para el concurso con una u otra opción está redactado, han de ser adaptados en función del modelo que se elija. La intención es dejarlos aprobados antes del fin del mandato, es decir, un año.

En una primera valoración, realizada unos años atrás con motivo de la elaboración del plan director de usos, se calculó que la inversión necesaria para poner a punto los tres edificios, que se dedicarán a esta función, y el restaurante supera los 3,5 millones. Durante el uso como descanso estival de los funcionarios de Sanidad, su capacidad residencial era de unas 300 plazas.

Hace diez años que concluyó esa función y además del deterioro acumulado desde entonces, la instalaciones arrastran los efectos propios de la antigüedad. Cada una de las entre 80 y 90 habitaciones está dotada de un termo. «Aquello necesita una reforma integral», afirma Olives. La capacidad, en aras de la calidad, será necesariamente más reducida.

El impulso a las posibilidades del recinto en esa nueva dimensión hotelera y de restauración depende, en primer lugar, de la decisión política sobre la fórmula de explotación. «El debate no es privatizar el Llatzeret, sino de generar una fuente de ingresos que permita mantener en buenas condiciones el recinto», agrega.

El plan director marca las prioridades y necesidades de este monumento patrimonial, cuya rehabilitación ha de someterse a las exigencias derivadas de su declaración como Bien de Interés Cultural. Ese plan «contiene amplia información sobre las intervenciones que pueden llevarse a cabo, que mejoran notablemente sobre todo los edificios residenciales, pero todo ha de negociarse a su vez con el Ayuntamiento de Maó, que es quien tiene la competencia urbanística», advierte Olives, quien se ha encargado de revalorizar este patrimonio.

Promoción

En tanto llega esa decisión, el gasto financiero que exige tener a punto la infraestructura para el cada vez más amplio programa de actividades es considerado como inversión promocional, similar a la que se realiza en el ámbito turístico. Esa es la razón de la gratuidad en estas primeras acciones.

El Consell, titular desde hace una década del Llatzeret, ha asumido el coste de su puesta a punto y el derivado de iniciativas como la grabación del programa televisivo MasterChef. «Es la manera de darle vida al recinto, de fomentar su atractivo y la colaboración con la economía menorquina, todos los productos, material, profesional y contratación se realiza con personal y empresas locales», justifica Olives.

Los gastos intrínsecos a alguna de las actividades, como el catering de algunos congresos o el transporte de grupos que superan el aforo de la barca, son asumidos por los organizadores. El Llatzeret asume los de suministro de agua y electricidad y los que genera el uso de la infraestructura.

La gratuidad concluye este año, el que viene habrá precio público por el uso.