El «TM Patricia» durante su última descarga de fueloil en la central térmica.

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Poco después de las tres de la madrugada del pasado miércoles 15 de junio atracaba en el Cós Nou el petrolero «MT Patricia» cargado con 2.000 toneladas de fueloil para la central de Maó. Nada fuera de lo común si no fuese porque cuando doce horas después zarpó del puerto lo hizo para no regresar nunca más, al menos para abastecer a la térmica, que en el plazo de menos de un mes dejará de utilizar para siempre ese combustible, el más sucio y perjudicial para el medio ambiente de los que se emplean para la generación de electricidad. Una imagen, la del último buque de fuel, que tiene una gran carga simbólica. Anuncia el adiós inminente del fuel no solo en la central mahonesa, sino en todo el sistema eléctrico balear.

En Endesa calculan que agotaran esta última carga de fueloil, esas 2.000 toneladas que resulta del calculo de stock en función de la demanda prevista, a mediados del mes de julio, aunque dependerá de lo que ordene Red Eléctrica como operador del sistema. A partir de ese momento, cuando en paralelo ya hayan concluido las labores de limpieza de los tanques de almacenamiento para empezar a conservar gasoil, la empresa tendrá que emitir una declaración responsable de inicio de actividad y el fueloil pasará a ser historia. Los tres viejos motores que hasta ahora funcionan con fueloil pasarán a emplear gasoil, al igual que las turbinas, un paso pequeño pero significativo hacia la reducción de la contaminación en la central térmica menorquina.

Operarios de Endesa se afanan estas semanas en acelerar las labores de limpieza de los dos tanques de almacenamiento de fueloil, enormes construcciones que cuando se vacían dejan testimonio de los millones de toneladas de esta fracción del petróleo que en los últimos años ha sido necesario quemar en la central    para poder satisfacer la demanda eléctrica de una Isla que sigue marcada en rojo en el mapa como uno de los puntos con una generación eléctrica más contaminante del Continente.

En estos momentos se trabaja en las labores de limpieza del tanque de almacenamiento número 2 y acto seguido se empezará a trabajar en el tanque 1, aunque este ya no se utilizará para contener combustible, sino para almacenar el agua desmineralizada que se requiere para abastecer el sistema de refrigeración que se puso en marcha el 1 de enero de 2020 para cumplir con la normativa europea de reducción de emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx). Esa agua procedente de la depuradora de Es Castell es previamente tratada.

Cuando el cambio de combustible se haga efectivo habrán pasado casi diez meses desde que el Govern anunció la nueva Autorización Ambiental Integrada para la central de Maó, en la que se imponía una reducción de uso de los tres viejos motores que se alimentan de fuel a 500 horas anuales. Esa fue el argumento motivado que utilizó Endesa para solicitar el cambio de combustible a gasoil, lo que le permite triplicar el uso anual de los motores. La solicitud formal la hizo en noviembre. Las tramitaciones y la negociación por las retribuciones asociadas ha demorado la transformación.

El cambio medioambientalmente no es demasiado significativo. Hay que tener en cuenta que el gasoil es también un combustible muy contaminante, solo ligeramente menos –al estar más refinado– que el fueloil. Además los tres motores, que fueron amortizados en 2016, seguirán siendo más contaminantes que las turbinas. Hasta el momento la mayor parte de la producción de la central se ha basado en ellos. En el año 2021 el fuel representó casi el 63 por ciento de la generación.