En las calles de algunas zonas de Maó proliferan y se eternizan los locales vacíos. | Gemma Andreu

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En las calles de algunos barrios que hace años que han perdido su antiguo esplendor comercial se eternizan los locales vacíos que no encuentran emprendedores interesados. Cientos de establecimientos sin ninguna actividad intentan sin éxito encontrar una salida en el mercado, mientras la escasez de vivienda asequible arrecia. La presencia de miles y miles de metros cuadrados en desuso a pie de calle llama la atención en plena crisis habitacional, cuando el acceso a una vivienda está más complicado que nunca, en un mercado de compraventa prohibitivo para muchas familias y con una escasez prácticamente crónica en la oferta de alquiler.

Inmobiliarias y arquitectos coinciden en ver en ese enorme parque de locales vacíos sin apenas perspectivas de salida en el mercado una oportunidad de ampliar la oferta de viviendas por la vía de su reconversión, una posibilidad contemplada por la normativa –aunque no exenta de impedimentos– que sin embargo pocos propietarios se están animando a llevar a cabo. Los expedientes de cambio de uso para transformar locales comerciales en viviendas no son una rareza, pero van entrando con cuentagotas en los ayuntamientos y no tanto por una solución habitacional como por las dificultades de adaptar locales obsoletos a las nuevas normativas.

Eso explican desde el área de Urbanismo del Ayuntamiento de Maó, el municipio de la Isla donde esta tendencia a la pérdida de músculo comercial de barrios alejados del centro se está haciendo más evidente. «Zonas antiguamente comerciales que se están convirtiendo en puramente residenciales como Vives Llull, Fort de l’Eau, Ses Vinyes o Josep Maria Quadrado han visto como muchos negocios se iban al centro o a los polígonos dejando muchos locales que difícilmente pueden tener salida», explica José Pons, director comercial de Bonnin Sanso, donde muchos anuncios de locales en venta o alquiler envejecen en el tablón de anuncios. También alude a zonas como Vía Ronda o Borja Moll, donde se construyeron promociones de viviendas en las que no se dejaba habilitar la planta baja para uso residencial. «Hay una sobreoferta y las plantas bajas pueden ser muy interesantes como viviendas, sobre todo para ciertos perfiles como las personas mayores o con movilidad reducida».

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Habitabilidad

Enric Taltavull, presidente de la delegación menorquina del Colegio Oficial de Arquitectos de Balears (Coaib) coincide en que la transformación de esos locales en viviendas puede permitir ampliar la oferta de casas accesibles, «más teniendo en cuenta el nuevo modelo de familias pequeñas, que necesitan menos espacio». Recuerda que los planes generales marcan unas densidades máximas de población y que lograr los mínimos de habitabilidad implica, por ejemplo en Maó, que los locales tengan al menos 45 metros cuadrados y que reúnan unas condiciones de ventilación. No obstante considera que existen soluciones arquitectónicas y ve «lógico preguntarse por qué no se convierten más locales en viviendas».

En ese sentido, el arquitecto Juan J. Gomila, que recientemente se ha encargado de la conversión de dos locales en viviendas en el entorno de Avingunda Menorca de Maó, considera que «no es un problema administrativo, sino del tipo de propiedad». Explica que el planeamiento municipal lo permite y que «es factible, sobre todo en las afueras», donde precisamente se acumula un mayor número de locales que no encuentran comprador o inquilino.

Por su parte, la arquitecta técnico Catalina Llopis defiende que esa conversión de locales comerciales en plantas bajas por viviendas «es muy necesaria para personas con movilidad reducida o personas mayores, aunque entiende que llevar a cabo un cambio de uso «no es fácil» y subraya que cada municipio tiene su propio plan general y que algunos requerirían de cambios para facilitar la conversión de locales en viviendas.