Estado de abandono en que se encuentra la urbanización, con locales cerrados y deteriorados | Gemma Andreu

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«Los políticos quieren que Menorca sea destino de calidad, ¿pero qué hacen para que lo sea? Si no reinvertimos para revitalizar las zonas turísticas, no se conseguirá». Así de crítico se muestra Carlos Moll, propietario del Restaurante Haiti, al mostrar el mal estado de conservación en que se encuentran las calles de la urbanización. Para él, igual que para otros empresarios, «lo primero que hay que hacer es tenerlo todo arreglado, solo así, después podrá venir turismo de calidad». «Para eso —añade— nos dijeron que serviría la ecotasa», recrimina.

Hierbas por todos lados, parterres centrales en malas condiciones, farolas y vallas rotas, un centro comercial lleno de okupas, otro cerrado y en mal estado, aceras que son un peligro, marcas viales muy desgastadas. Estas son solo algunas de las deficiencias que se ven a simple vista, y que denuncian empresarios y vecinos.

Desde la Associació de Vesins Cala en Blanes, su presidente, Joan Benejam, admite actuaciones como la «renovación del parque infantil donde hacía cuarenta años que no se hacía nada», pero «quedan pendientes otras mejoras». Y es que, asegura, «cuesta mucho mover a las instituciones», ya sea el Ayuntamiento de Ciutadella o el Consell, que puede destinar fondos a la mejora de urbanizaciones.

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Zona obsoleta

Pedro Lliteres, que lleva varios años sin abrir el restaurante Sa Caldereta, no duda en calificar Cala en Blanes como una «zona obsoleta». En este sentido, «da mucha pena ver cómo está todo, aceras inacabadas, o llenas de hierbas que te obligan a bajar a la calzada». Porque, mantiene el empresario, «en 25 años no se ha hecho nada, más que poner las banderas y pintar el arco de entrada en Los Delfines».

De igual modo se posiciona Raúl Guerrero, del Restaurant Es Replec. Lamenta que «la urbanización está fea, hace años que su estado no es óptimo». De hecho, «hace tiempo que nos quejamos al Ayuntamiento, pero ya cansa cuando ves que no se hace nada».

«Hace falta cuidar más zonas turísticas como esta, porque es una urbanización que recibe una barbaridad de turismo cada verano» y, como añade Carlos Moll, «la imagen que se llevan nada más llegar es muy triste. Y así, no conseguiremos que regresen», espeta el restaurador, quien recuerda que «Cala en Blanes, antes, tenía más actividad turística que el resto de Menorca junta».