Vestíbulo del Ocimax con la cartelera y la taquilla | Gemma Andreu

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Un tercero se ha hecho con la concesión del complejo de ocio Ocimax de Maó en la subasta telemática celebrada el miércoles. En dos ocasiones superó la oferta del Ayuntamiento, que también participó en la puja.

Era la segunda subasta promovida por el administrador concursal. La primera, con un precio de salida fijado en 500.000 euros, había quedado desierta. En esta ocasión no había precio mínimo.

Los grupos municipales acordaron entonces participar desde una valoración económica estimada y limitada a 365.000 euros. No fue suficiente, una vez alcanzado ese límite en la puja, un tercero presentó una oferta superior.

«No es un fracaso, no era un objetivo del mandato sino una oportunidad», explica el alcalde Héctor Pons. Obtener la gestión del complejo a través de la subasta era una alternativa más viable y económica que el rescate de la concesión.

Si el ayuntamiento hubiera ganado la subasta debería haberse planteado cómo llevar a cabo la gestión, posiblemente a través de una segunda concesión. Ahora la finalidad ha cambiado, el sistema de explotación se mantiene con cambio de concesionario por un periodo de unos 30 años.

«Exigiremos el cumplimiento de la concesión», agrega el alcalde, quien después de la visita municipal a las instalaciones para conocer los recursos que ofrecía admite que hay espacios sin acabar y otros que habrían podido dedicarse a entidades y actividades juveniles y culturales. «Está funcionando por debajo de sus potencialidades», explica. Ahora espera un impulso con la entrada de un nuevo gestor.