El patrón de la nueva barca de vigilancia del Consell, que opera desde el día 15, apercibe a unos navegantes sobre el fondeo en una zona protegida ayer en Fornells | Josep Bagur Gomila

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El verano de 2021 un 40 por ciento de los barcos fondeados en el litoral de Menorca fueron conminados a moverse por el servicio de vigilancia de la posidonia pero en total, entre esas casi mil embarcaciones, solo se levantaron cuatro actas. En 2020 fueron diez, por lo que en dos temporadas la Conselleria de Medio Ambiente levantó catorce actas, el paso previo a la apertura de un expediente cuando se detecta una infracción y que puede derivar en una multa posterior. Este año en curso todavía es pronto para evaluar la marcha del control de la actividad náutica para evitar que dañe los fondos marinos, falta el mes punta, agosto.

«La presión sigue siendo muy elevada, la ventaja es que se incorporan dos barcas en una zona en la que no teníamos presencia y que se podía considerar un agujero en la vigilancia y la sensibilización, que era la zona norte, donde solo se cubría el parque natural de S’Albufera des Grau», declaró ayer Jorge Casado, responsable del Institut Balear de la Natura (Ibanat) en Menorca, de ese modo «podemos llegar a todos los avisos SOS Posidonia y por fuerza así los resultados han de ser mejores», añadió. Casado hizo estas valoraciones durante la presentación de la nueva barca de vigilancia de posidonia del Consell, con base en Fornells.

Casado recordó que los datos globales de 2021 no fueron muy positivos, porque «Menorca fue la isla donde más veces se corrigió el fondeo mal realizado», pero confía en que esta temporada    mejoren. No obstante el responsable del Ibanat lamentó que «todavía se ven cosas que no deberían pasar», como que el servicio de vigilancia llegue a una cala con una zona de pradería y otra zona donde no se hace daño y, sin embargo, algunos navegantes echan el ancla donde se perjudica la posidonia. «Todavía nos cuesta llegar a ese usuario», señaló Casado, «ya no podemos tirar el ancla sin plantearnos nada, todo el mundo es consciente de que hay valores debajo de la lámina de agua que tenemos que considerar, como ocurre con los bosques, hay que ser conscientes de que no se puede lanzar un ancla que, si vienen mal dadas, va a arar el fondo marino. Es una función del servicio corregir esas cosas mal hechas y concienciar», subrayó.

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Sobre el aumento de la vigilancia en Fornells, por una supuesta mayor presión de los barcos ante la supresión temporal de amarres, Casado respondió que ese mayor control «no es una consecuencia de la reordenación de los amarres en la bahía, es una línea de trabajo que hace años intentamos que sea realidad».

Petición de más boyas

Los vecinos de Fornells siguen contrariados por la gestión de los fondeos ecológicos en las calas de la bahía. Mario Gómez, que trabaja desde hace 15 años en el puerto, ofreció su testimonio ayer y aseguró que «en el pueblo nos parece fantástico que no se fondee sobre posidonia, pero si ponen una prohibición tienen que dar una solución, no puede ser que de repente las barcas se encuentren sin sitio», criticó. «Han puesto cuatro boyas en una cala y cinco en otra, eso es irrisorio, que sean de pago me parece mal pero aún así lo peor es que no hay opción a tener una boya, es imposible», afirmó.

Según este joven experimentado en la náutica, hay dos tipos de personas que navegan y optan por ir a las calas interiores, «gente mayor que no se atreve a salir de la bahía o gente con niños que está más tranquila dentro. Hoy sopla tramontana y ningún barco puede salir, ¿a dónde van todos? Aquí delante», asevera, «lo que tendrían que hacer es poner como mínimo 50 boyas con anclaje ecológico», concluye, porque el control no se cuestiona, «está bien la vigilancia, sabemos que la posidonia es clave para el buen estado del mar y es lo que nos da estas aguas cristalinas, pero esto no ha sido bien planificado», recalca.