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Una de cada mil personas de la población general nace con sordera o tiene una pérdida auditiva a lo largo de su vida. Por lo que respecta a Menorca, se calcula que hay alrededor de 100 personas con dificultades para oír o la imposibilidad total de usar este sentido. Sin embargo, a pesar de que las administraciones y asociaciones para personas con discapacidad impulsan campañas para sensibilizar y promover su plena inclusión en la Isla, reciben muy poca atención de la sociedad.

«La sordera es una discapacidad que no se distingue a simple vista y pasa inadvertida», afirma    Olga López, responsable del Servicio de Atención a Personas Sordas (SAPS). Cuando las personas ciegas pasean por la calle, sus gafas oscuras y su bastón, así como su perro lazarillo, delatan su ceguera. Las personas sordas, en cambio, no presentan ningún vestigio de su dificultad o imposibilidad para oír hasta que se comunican mediante la lengua de signos.

«La sordera pasa desapercibida, en comparación con otras discapacidades visibles, y nos invisibiliza», explica Andrés Cardona, presidente de la Asociación de Personas Sordas de Menorca (Assorme). Muchas veces, este desconocimiento de una discapacidad que, a menudo, es imperceptible, genera confusión en las personas oyentes. «No pensamos en las necesidades ni adaptaciones concretas», declara López. Añade que «también nos equivocamos al pensar que, a través de notas escritas, las personas sordas nos entienden».

Sobre esto, López explica que, generalmente, el «mayor problema» de las personas sordas es su «bajo nivel formativo», aunque aclara que «todo depende de los tipos de sordera». A menudo, las personas que nacen sordas o que adquieren una sordera profunda cuando son pequeñas tienen dificultades en la adquisición del lenguaje y esto determina su nivel de estudios y, por ende, su futuro laboral. Sin embargo, existen excepciones.

Joan y Anna Mascaró son dos hermanos con sordera que han cursado la carrera universitaria de arquitectura y los estudios para ser auxiliar administrativa, respectivamente. Ambos explican que, a pesar de que no se han encontrado con grandes barreras a la hora de formarse, no se ha tenido muy en cuenta la atención dividida de las personas sordas. «En la Universidad se utilizaba un lenguaje muy específico y había mucho material visual, por lo que atender a la intérprete y analizar las imágenes me dificultaba el aprendizaje», reconoce Joan.

Inserción laboral

De acuerdo con lo que explica López, la respuesta de las empresas de cara a la inserción laboral de las personas sordas suele ser, habitualmente, «buena» y «no suelen presentar trabas para contratarlas ni problemas una vez se incorporan al puesto de trabajo». Detalla que es frecuente que les ofrezcan contratos temporales, fijos discontinuos o relacionados con el sector turístico, entre otros. «Nunca me he encontrado con barreras, trabajo en Correos desde hace más de 20 años y la comunicación con el resto de compañeros siempre ha sido buena», asegura Cardona.

Otras personas sordas no han tenido esta misma aceptación y han tenido que lidiar con los prejuicios de la sociedad. Es el caso de Anna, quien, antes de trabajar como auxiliar administrativa en el Ayuntamiento de Maó, donde asegura que «nunca he tenido problemas y he tenido una buena relación con el resto de compañeros», fue rechazada en una perfumería «por el simple hecho de ser una persona sorda».

Anna explica que, en su currículum, había incorporado el dato sobre su sordera y que, aún así, contactaron con ella para entrevistarla en la perfumería. Pero cree que no leyeron ese detalle y que, cuando acudió a la cita, descubrieron que era una persona sorda. La negativa de la empresa al conocer que no oía, asegura Anna, le hizo sentir    «decepción y que no valía para trabajar». «Las personas sordas siempre encontramos la manera de comunicarnos y somos tan válidas como el resto a la hora de trabajar»,    reivindica.

Hacia una Menorca accesible

«Cada vez se visibiliza más a las personas sordas y se conoce más esta discapacidad», agradece López. Sin embargo, reconoce que «todavía cuesta la aceptación    del uso de la lengua de signos en todos los ámbitos». Su incorporación en los espacios abiertos al público, afirman Andrés, Joan y Anna, «nos generaría más seguridad y autonomía y haría de la Isla un lugar más accesible».

La importancia de los subtítulos en la vida de todas las personas

Con motivo del Día Mundial de la Población, celebrado el pasado 11 de julio, el Servicio de Atención a Personas Sordas (SAPS) de la Fundació promovió la campaña «Subtitula, para todo el mundo».

Con esta fórmula, el SAPS traslada a la sociedad la importancia de los subtítulos en la vida de todas las personas. «Todos nos podemos beneficiar de los subtítulos, por ejemplo, en entornos ruidosos», afirma la campaña.

Además, subtitular es un pequeño gesto que, no obstante, tiene un gran impacto en el día a día de las personas sordas. Muchas veces, ir al cine, entre otras actividades, no es una opción para este colectivo si no hay películas con subtítulos o lengua de signos.

El apunte

Códigos QR en exposiciones y espacios públicos

La evolución tecnológica ha favorecido mucho a las personas sordas. Así lo afirma la responsable del Servicio de Atención a Personas Sordas (SAPS), Olga López, que asegura que los programas con subtitulación y las aplicaciones con transcripción de voz a texto, entre otras, suponen una «una gran ayuda para el colectivo».

Tanto Andrés Cardona como Joan y Anna Mascaró, tres personas con sordera, corroboran estas declaraciones y coinciden en que «es necesario que las administraciones y diferentes entidades se den cuenta de esto y desarrollen más facilidades tecnológicas».

A este respecto, inciden en la importancia de los códigos QR,      unos códigos de barras bidimensionales que almacenan información y la hacen accesible. «Su incorporación en exposiciones y demás espacios públicos nos facilita mucho más la comprensión», explican.

Además de los códigos QR, hay otras opciones tecnológicas que dotan de mayor autonomía a las personas sordas, como las pantallas informativas. «Su inclusión en hospitales y estaciones de transporte, donde se informa por megafonía,    evitaría situaciones desesperantes y frustrantes», reconoce Andrés.