Más de 150 personas asistieron al acto en los cines municipales de Ciutadella | Josep Bagur Gomila

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Más de ciento cincuenta personas se apresuraban a hacer una cola zigzagueante a las puertas de la sala N2 del Cine Moix Negre de Ciutadella. Poco después de las 18 horas se respiraba un ambiente festivo y de cierto nerviosismo. Los pocos vecinos que acudieron al cine a ver películas miraban con sorpresa hacia el auditorio del Primer Congreso Tierra Plana de Menorca.

Venidos desde Madrid, Valencia, Extremadura, Argentina, Chile y por supuesto, Menorca, la mayoría de los terraplanistas congregados en Ciutadella no se conocían entre sí, aunque se identificaban por la camiseta del «Gleason’s Poster», el nuevo estándar de mapamundi -plano- propuesto por el terraplanismo como modelo terráqueo. Los asistentes comenzaron a saludarse, estrechando lazos, construyendo comunidad y ampliando sus teorías sobre lo que llaman «el engaño del nuevo orden mundial». Del terraplanismo a otras ideas más osadas hay pocos pasos.

María Llompart, Silvia Zapata y Carmen Carretero fueron las organizadoras de la convención a la que se refirieron como «un encuentro entre amigos que se desbordó» y terminó siendo un evento masivo. «Esto demuestra que cada vez hay más gente despierta», destacaron con alegría. Tras el éxito de convocatoria del III Encuentro Tierra Plana celebrado en Barcelona la semana pasada, estas tres amigas menorquinas decidieron invitar a los principales divulgadores de esta teoría precientífica a venir a la isla a compartir sus tesis.

La mesa de ponentes la integraban, el arquitecto Guillermo Wood, que vino desde Chile con una comitiva de cinco compatriotas y correligionarios, los hermanos Jordi y David Barea, que dirigen el canal de youtube más exitoso del terraplanismo virtual, y los directores de la revista «En Primera Plana» dedicada a la difusión de esta y otras conspiraciones inconfesables.

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Maria Llompart, una de las organizadoras, conversa con uno de los ponentes | Josep Bagur Gomila
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«La pandemia ha sido la prueba de que los poderosos nos engañan y hacen ingeniería social con nosotros. Por eso atacan a quienes decimos que la tierra es plana. Yo me di cuenta durante el confinamiento y desde entonces cada día estoy más seguro», comenta con énfasis un joven venido desde Cáceres expresamente para el evento. Su nombre es José, tiene 28 años, es tatuador de profesión y no comparte más vasos comunicantes con el resto de asistentes al congreso salvo dos pensamientos compartidos: un fuerte descrédito la política a la que define como «un gran engaño» porque, «son todos iguales» y el negacionismo sobre la pandemia de covid-19.

La ponencia de Guillermo Wood fue la más esperada y aplaudida de todas. De tono relajado y con el seductor acento cantado de la patagonia chilena, este divulgador terraplanista de 60 años señala sin empacho que el origen de la supuesta gran mentira de la tierra esférica es -otra vez- el Nuevo Orden Mundial. «Desde los años 60 venimos escuchando a los líderes mundiales hablar del nuevo orden, pero la gente está despertando, se ha abierto una grieta explosiva en la teoría heliocéntrica. Yo no pienso que la tierra es plana, lo sé», sentenció y el auditorio rompió en aplausos.

La alusión al «Nuevo Orden Mundial» por parte de los seguidores del terraplanismo, parte del discurso del presidente estadounidense Woodrow Wilson tras la I Guerra Mundial, donde el mandatario planteaba que debe ser la Organización de Naciones Unidas el espacio donde los países diriman sus diferencias. Los terraplanistas consideran que, en realidad, el discurso -y la propia creación de la ONU- son una máscara que esconde la voluntad de los poderosos del mundo, cuyas intenciones no están del todo claras. Sería entonces un organismo liderado por élites que saben que la tierra es plana, y prueba de ello es que el emblema de Naciones Unidas es, en realidad, un mapa de la Tierra Plana. Un guiño para aquellos que desconfían de la esfericidad terráquea. Un saludo a los iniciados. Un delirio místico.

«Nada es casualidad ¿Usted piensa que la pandemia o plandemia como la llamo yo, no tiene ningún vínculo con la ingeniería social que hacen los poderosos? Si uno se pone a concatenar hechos, la respuesta está clara, pero hay que hacerse preguntas, aunque no todo el mundo está preparado para las respuestas», dirá más tarde Wood, en conversación con este cronista.

A pesar de la abundante documentación e investigaciones científicas realizadas desde que, en el siglo IV antes de Cristo, Pitágoras -entre otros- calculara la circunferencia terrestre con un palo clavado en la arena de la ciudad de Alejandría hasta nuestros días, los terraplanistas crecen amparados por el discurso new age y las terapias de grupo. La creciente voluntad de buscar en la conspiración y la fantasía una respuesta a la degradación del mundo, encuentra tierra fértil entre quienes necesitan urgentemente creer en algo mientras todo se desmorona.