La presencia de espuma de poliuretano junto a la cabeza de vaca (incluso encima) hace pensar que fueron volcados a la vez.

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El caso del volcado de restos de animales muertos junto a la basura común en el vertedero de Milà no se va a quedar en una simple indagación interna para depurar responsabilidades. La dimensión de la manifiesta irregularidad -todo parece indicar que reiterada en el tiempo- desvelada por este diario ha llevado a la Guardia Civil, a través de su Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona), a tomar cartas en el asunto. El caso ha salido de las puertas del recinto de tratamiento de residuos y ya no se circunscribe a la gestión del mismo que está llevando a cabo la UTE Es Milà, concesionaria de este servicio público, sino que intenta responder básicamente a una pregunta. ¿Qué ha pasado con las toneladas de despojos de animales que durante meses no han llegado al horno incinerador como marca la normativa?

En este punto de las investigaciones ya está prácticamente descartado que la presencia de cabezas de vaca y sacas de entrañas y otros restos de animales, subroductos de sacrificio de matadero en su mayoría, obedezca a una mala práctica deliberada de la UTE Es Milà, más allá de las lagunas de vigilancia y control que se están revelando. La hipótesis que cobra más fuerza es que esos restos de animales están siendo entrados -o al menos lo han sido hasta hace poco- de forma masiva, reiterada e irregular al recinto de la planta para evitar los altos costes de la incineración.

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Los primeros indicios apuntan a dos posibles subterfugios para hacer pasar los desechos de aninales muertos que deberían ser incinerados como otro tipo de basuras que sí pueden terminar enterradas en la celda de vertido de Milà. La primera apela a las plantas de tratamiento de voluminosos de la Isla, que se encargan como hace el servicio público de intentar revalorizar (reciclar) todo lo que es recicable, pero que tienen autorización para volcar en el vertedero los materiales a los que no se puede dar una segunda vida.

La otra manera de que entren restos de animales muertos al vertedero para evitar pagar la incinceración es a bordo de los camiones de recogida de contenedores urbanos. Este diario ha podido confirmar que es habitual en los últimos tiempos que a la planta de tratamiento lleguen restos de animales (e incluso animales enteros) dentro de containers ubicados en la vía pública.

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