En septiembre el problema se ha mantenido, porque muchos trabajadores eran estudiantes  | Josep Bagur Gomila

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«Ha sido un desastre, hay que buscar soluciones». Es la opinión generalizada entre los empresarios de la restauración, a punto de concluir la temporada turística, a propósito de la acusada falta de mano de obra que ha sufrido el sector.

El problema se ha hecho más evidente cara al público en el servicio prestado en muchos establecimientos, pero la ausencia de trabajadores suficientes, mínimamente cualificados, no es exclusiva de la restauración. Han faltado y faltan camareros, cocineros, chóferes, taxistas, pero también albañiles, carpinteros o instaladores, señala Justo Saura, presidente de PIME. La administración está al corriente, «porque es una situación real que se debe abordar cuanto antes».

Sin personal suficiente, han sido muchos los casos en los que el dueño del bar o restaurante se ha visto obligado a cerrar un día a la semana, o a limitar el aforo en su terraza. «Es que no se puede dar el servicio adecuado con un cocinero, un ayudante y un camarero por eso es lógico que haya situaciones en las que el restaurante haya decidido cerrar antes que quedar mal con los clientes a los que no puede atender como se debe», señalan desde Can Santi, en Punta Prima.

La contratación sumergida es un riesgo en bares y restaurantes ante la posible aparición de los inspectores de Trabajo, de ahí que el empresario sea reacio a dar empleo a muchos inmigrantes que lo solicitan. «Es mucho más sencillo tenerlos en la construcción, en reformas u obras interiores, pero no de cara al público», dice otro restaurador de Maó.

Patxi Pereira, propietario de Can Pota, en Maó, explica que «de 50 personas que han venido a pedir trabajo 48 estaban sin papeles y no puedo contratarlas, algo hay que hacer». Sugiere el empresario que al menos se flexibilice la posibilidad de que puedan trabajar de forma legal si están tramitando su permiso de residencia. «No puede ser que no tengamos mano de obra y haya gente que vive aquí y quiere trabajar», añade. El empresario lamenta, así mismo, el problema con el taxi. «He tenido que llevar a clientes al aeropuerto después de estar esperando una hora a que viniera».

Los movimientos en las patronales ya se han iniciado para arbitrar un camino que permita minimizar la carencia el próximo año. El pasado martes un grupo reducido de restauradores ya se reunió para abordar la cuestión, que será tratada en nuevas convocatorias tanto en la CAEB como en la propia PIME.