Hay comercios que ya tenían cortinas de aire con anterioridad. | Katerina Pu

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La normativa para la eficiencia energética no ha sentado bien en el sector comercial. Así lo exterioriza el presidente de Ascome, Vicente Cajuso, para quien «la administración tiene que ser la primera» en aplicar estas medidas, y «no estar siempre castigando al empresario» con gastos que, en ocasiones, acaban siendo poco útiles.

«Solo que en la carretera de Maó a Sant Lluís, se apagaran muchas de las farolas que hay y que no hacen falta, se conseguiría más ahorro energético que apagando todos los escaparates de Maó», señala Cajuso, quien ve que la «mayoría de comerciantes no ha hecho nada aún» para adaptarse a la nueva ley.

Sobre las prácticas de la propia administración que apunta Cajuso, basta observar casos de incumplimientos que se producen aún hoy. Mientras en la sede del Consell en Ciutadella mantienen la puerta cerrada para mantener la temperatura interior, en lugares como la oficina de Correos se simultanea el aire acondicionado en marcha con los accesos abiertos de par en par, sin que medie ninguna cortina de aire.

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A partir de ahí, el empresariado ve como es habitual que se ponga el acento en la iniciativa privada, cuando se trata de «gastos que no tenemos ninguna seguridad que luego vayan a servir». Así lo apunta Toña Casasnovas, en Pou Nou, para quien «debería bastar con la consideración de cada uno, para evitar temperaturas exageradas en los comercios, porque hay donde tienes que ponerte una chaqueta».

Fernando Saura, de Rei d’Or, afirma que «como ciudadano, no veo bien esta medida, todo lo que hacen es coartar y obligar a hacer gastos innecesarios», porque luego, incide también, «muchas veces, lo acaban echando atrás».

En cualquier caso, la opción menos mala sería, apuntan, la cortina de aire, tanto por precio como por su efecto sobre el cliente. «Un comercio con la puerta cerrada, supone perder ventas», de ahí que «todas las tiendas quieran tener las puertas abiertas, que invitan a entrar, está más que comprobado», señala Joana Mascaró, que atiende en Blau Born, donde cuentan con cortina desde que abrieron y «siempre está encendida, con el aire acondicionado puesto».