El horno incinerador de Milà fue instalado en el año 2006 y empezó a ser gestionado por la UTE en 2016. | Archivo

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La UTE Es Milà, concesionaria del Área de Gestión de Residuos, viene exigiendo al menos desde mediados de 2016 que, como figura en los pliegos del contrato suscrito con el Consell, todos los residuos animales de cualquier categoría que se generen en la Isla, principalmente en los mataderos, sean incinerados en sus instalaciones a un precio desorbitado. Sin embargo, el horno incinerador del que dispone, instalado en 2006, está diseñado para asumir un máximo de 500 toneladas de los llamados ‘sandach’ al año, una capacidad muy inferior a la que se viene produciendo históricamente en la Isla.

En el pliego de prescripciones técnicas por el que se rige el contrato de gestión de Milà se recoge que la capacidad nominal prevista en el horno incinerador es de 500 toneladas anuales, un límite de diseño que también publica en su página web la empresa concesionaria. También se considera en esos pliegos que ese máximo de capacidad «es coherente con el marco actual de generación de residuos». Ese documento está fechado el 17 de diciembre del año 2014. En ese ejercicio se incineraron 340 toneladas, correspondientes solamente a  los ‘sandach’ de categoría 1. El resto, 640 toneladas, se enterraron en el vertedero.

Milà recibía entonces casi 980 toneladas, siempre según cifras oficiales publicadas en las memorias del Consorci de Residus i Energia. De hecho desde el año 2008 el balance de residuos de ‘sandach’ llegados al Área de Residuos de Milà tanto para incinerar, como para su entierro en el vertedero nunca había bajado de las mil toneladas, llegando a alcanzar una punta de 1.244 toneladas en el año 2008. Parece que la capacidad del horno se ajustaba a lo que se venía incinerando, pero no a lo que se generaba.

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El problema surge cuando a partir del año 2016 la UTE Es Milà asume la gestión de los residuos y empieza a exigir que se    incineren todos los residuos. Lo hace siguiendo las condiciones acordadas con el Consell y sin que sea legalmente preceptivo ya que Menorca ya había sido declarada zona remota y podía enterrar los residuos en zonas controladas. En ese punto la capacidad del horno se reveló totalmente insuficiente para eliminar todos los residuos animales de la Isla.

Llama la atención la evolución que han seguido a partir del año 2016 las estadísticas oficiales de entrada de residuos de animales en Milà (véase el gráfico adjunto). En consonancia con la exigencia de incinerarlos todos, que debido a las desproporcionadas tarifas impuestas ha resultado muy gravosa para las arcas públicas, el registro de ‘sandach’ enterrados en el vertedero cae a cero. Lo llamativo es el registro de incineración. En teoría todos los residuos debían de pasar a ser incinerados, pero el volumen de restos de animales cae drásticamente. Es como si desaparecieran de los registros oficiales.

Extraño descenso

Según el Ayuntamiento de Maó fue en diciembre de 2015 cuando pasaron a pagar por la incineración de todos los residuos. En el año 2016 la memoria del Consorci de Residuos muestra que se incineraron solamente 413 toneladas. Ya en 2015 se observa como entra en Milà una cantidad total de 400,92 toneladas. Eso es un descenso del 59 por ciento en relación al año 2014. Cabe subrayar que no fue hasta abril de 2020 cuando el Ayuntamiento de Ciutadella decidió enviar los ‘sandach’ de su matadero a la Península. También destacar que en 2017, 2018 y 2019 la cantidad de residuos de animales que se incineró superó el supuesto límite de diseño del horno.