Mercé Rubió, en el centro de la imagen, no asistió a la última reunión del patronato de la fundación.

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Los herederos de Fernando Rubió no se muestran sorprendidos por las intenciones del patronato de la Fundació de rescindir el contrato de alquiler con Dimitri Sturdza. Fernando López, el abogado que representa a gran parte de ellos, valoró ayer que la familia conocía las intenciones de los patronos, aunque aún no han leído el acta de la última reunión a la que no asistió la hija del mecenas, Mercedes Rubió, y tampoco se autorizó su presencia telemática, precisa López.

Tanto ella como sus ocho hijos y descendientes pueden hacer uso vacacional y de ocio de la finca, como resolvió una sentencia judicial, aunque, explican, dado su estado este último año solo han acudido tres de ellos. La relación del arrendatario con los familiares usuarios la define hasta ahora como «soportable».

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El letrado señala que «el deterioro de Mongofra es superior al alquiler que paga Sturdza y cobra la Fundació». En ese sentido da la razón a los patronos por la «pésima conservación» de las casas señoriales, «este año ni siquiera había agua caliente y las paredes están llenas de desperfectos, es una pena, lo mismo que la caseta de la playa que está engullida por las dunas». El tiempo, indica López, «da la razón a la familia, porque el contrato no era beneficiario para la Fundació, se concedían muchas facultades al arrendatario».

Sin embargo el abogado considera que una demanda judicial para recuperar la finca «me parece una temeridad por la forma como está redactado el contrato, las costas procesales correrían a cargo de la Fundació, repito que sería una temeridad». Por ello, considera que lo que han de hacer los patronos es «exigir al arrendatario que cumpla el contrato e invierta la cantidad que estipula el documento para evitar que las casas sigan echándose a perder».