Bañistas en la playa de Cala Mitjana este mes de agosto. | Josep Bagur Gomila

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El mes de agosto dejó la cifra récord en cuanto a presión humana sobre Menorca, con un pico máximo de 228.677 personas el día 14. Un dato que, aparte de superar en 4.191 el anterior registro absoluto, las 224.486 personas del 12 de agosto de 2017, pone en evidencia que hay más de 50.000 plazas que escapan al control de las administraciones.

Los números son claros. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el último censo de Menorca (de 2021) indica que hay 95.936 personas empadronadas. Por otro lado, entre plazas hoteleras y alquileres turísticos constan 81.045 camas legalizadas. Cantidades que, si se suman, arrojan una cifra de 176.981, que desvela que, ese 14 de agosto, había en la Isla 51.696 personas más de lo oficialmente reconocido.

En realidad, el dato máximo de presión humana sobre la Isla de 2017 se ha superado este verano hasta en trece ocasiones, todas en agosto, del día 4 al 17, salvo el 5 que hubo 223.772 personas; y el día 19, que se registraron 224.456, a 30 del anterior récord.

En cuanto a las 176.981 personas, entre censados y plazas turísticas, es una cifra que se ha superado sistemáticamente desde el 22 de junio, vigilia de las fiestas de Sant Joan en Ciutadella. Entonces ya constaron 177.488 personas en Menorca, y de ahí hasta el 31 de agosto, todos los días se superó ese dato.

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El diagnóstico del GOB

Este es un asunto sobre el que ha advertido el GOB, poniendo el foco en varias cuestiones. Por un lado, con relación esas cerca de 52.000 plazas que escapan al control de la inspección turística, que no hacen sino evidenciar a su juicio que «es necesario aumentar las inspecciones; para este 2022 había presupuesto para crear tres nuevas plazas de inspector turístico y solo se ha añadido una, a las dos que ya había», apunta el coordinador de política territorial de la entidad ecologista, Miquel Camps.

Pero hay un asunto que les preocupa todavía más, y es la «masificación» que padece un territorio limitado en extensión como es Menorca. «Debemos reflexionar sobre lo que representa esta presión humana, porque ya no es solo en agosto», señala. «Hace tiempo que se trabaja para lograr la desestacionalización, y este año se ha conseguido. Mayo parecía julio, y ha habido mucho turismo hasta hace dos semanas».

Pero añade que «esta desestacionalización lo único que hace es poner sobre la Isla a más gente y durante más tiempo, sin que los visitantes de invierno sustituyan a los de verano» y que acaban generando una situación de saturación.

Por todo lo expuesto, opina que «deberían aprovecharse las reformas de hoteles de costa para reducir el número de plazas, convirtiendo dos o tres habitaciones en una», pero de más calidad. «Menorca está de moda, y lo está por la conservación que se ha sabido hacer del territorio», asegura Camps, quien concluye que «esto se nos girará en contra, acabará degradando tanto el destino turístico, como la calidad de vida de los residentes».