Un camión descarga una gran cantidad de muebles en el Área de Gestión de Milà.

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Muebles, colchones, tumbonas, restos de poda... El descontrol en el vertedero insular de Milà no se limita al caso de la presencia de restos de animales, que ha terminado en los despachos de la Fiscalía. Este diario ha tenido acceso a fotografías tomadas desde el interior de las instalaciones en las que se puede observar la presencia y el vertido de residuos que en ningún caso deberían enterrarse, sino ser reciclados o tratados previamente. También a la grabación de un camión en plena operación de volcado de residuos voluminosos, en concreto de una gran cantidad de muebles de los que los ciudadanos y empresas del servicio de recogida depositan en las deixalleries.     

De hecho todos los materiales no admitidos en el vertedero que aparecen en las imágenes proceden de los puntos verdes, que hasta el pasado agosto eran gestionados por la UTE Deixalleries. Se trata de una unión temporal de empresas formada por Cespa-Ferrovial (ahora Prezero) y Adalmo, las mismas que gestionan en concesión el Área de Gestión de Milà. Una de las imágenes permite reconocer la matrícula del camión que vuelca muebles sin pasar por un gestor autorizado.

El vehículo fue matriculado en el año 2018, por lo que la imagen tiene como máximo esa antigüedad. Además, según los informes públicos de la Dirección General de Tráfico, está domiciliado en el número 135 de la calle Príncipe Vergara de Madrid, sede de la empresa Ferrovial, por lo que detrás de ese vertido no están las empresas privadas externas que están autorizadas a acceder a la zona de vertedero.

Una pala cargadora lleva a cabo la colocación y compactación de la fracción resto y de los elementos que se encuentre vertidos en las celdas. Después se cubren con una capa de 20 centímetros de tierra.

Aunque multitud de fuentes denuncian que este tipo de vertidos irregulares ha sido práctica habitual durante largos periodos, este diario no puede más que constatar lo que muestra el material audiovisual al que ha tenido acceso, sin poder afirmar en estos momentos si se trata de una práctica puntual, si ha sido reiterada o si se sigue desarrollando. En cualquier caso sí que se puede afirmar que ni los llamados residuos voluminosos (por ejemplo colchones, tumbonas y muebles) ni los restos de poda están entre los códigos LER (Lista Europea de Residuos) admitidos en el vertedero, según figura tanto en la Autorización Ambiental Integrada de la instalación, como en el Plan Director Sectorial de Residuos, en el Reglamento regulador del servicio y en el documento de Seguimiento y Control Analítico de los Residuos Admitidos que publica la propia UTE Es Milà.

No aparece en las memorias oficiales

Como era de esperar tampoco aparece el rastro de estos residuos que no se pueden enterrar en los registros oficiales que elabora el Consorci de Residus i Energia de Menorca, titular del Área de Gestión de Milà, en base a la información que le facilita la empresa concesionaria. En ninguno de los llamados informes de situación de la gestión de residuos en Menorca, más conocidos como memorias anuales, aparece en el vertedero ni un solo gramo de madera tratada (por cierto un material considerado peligroso), ni de otros voluminosos recuperables, ni de residuos biodegradables procedentes del mantenimiento de parques y jardines.

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Las imágenes son elocuentes. Este tipo de residuos –otra cosa es en qué medida– han sido enterrados en el vertedero cuando deberían seguir otros procesos de tratamiento. En el caso de la madera tratada la normativa establece que una vez llega a las deixalleries debe pasar por un gestor autorizado para que le intente dar una segunda vida y, en caso de que no sea posible, la triture. Otro tanto para el resto de residuos voluminosos que aparecen en las imágenes, el colchón y las tumbonas, entre otros que se intuyen.

Deben pasar por un gestor autorizado para su reutilización o su tratamiento para ser revalorizados, ya sea en la Isla o fuera, con un coste por el servicio. Solo una pequeña parte que no se puede separar puede llegar a Milà, pero en ningún caso los residuos que aparecen en las imágenes. Los restos de poda sí que llegan al área de gestión desde los puntos verdes o trasladados por los usuarios, pero para su transformación en compost, en ningún caso para que acaben vertidos al vertedero tal cual llegan.

Un colchón que no puede estar ahí   

Una de las imágenes a las que ha tenido acceso este diario muestra un colchón viejo, junto a restos de poda, tubos de PVC y otros materiales inadecuados en el vertedero del Área de Gestión de Milà. El Plan Director de Residuos es meridianamente claro en el caso de los colchones: «En ningún caso se pueden destinar a vertedero». Están considerados residuos voluminosos y en su caso específico el plan de residuos establece que queda abierta la posibilidad de hacer una separación de materiales en la misma planta o de derivarlos a un gestor autorizado fuera de la Isla», aunque «en términos generales deberán ser derivados a uno de los gestores autorizados» en Menorca.

Muebles vertidos sobre la poda

Un camión propiedad de Ferrovial matriculado en el año 2018 vuelca restos de muebles sin previo tratamiento sobre la zona donde se descarga la poda, en teoría para hacer compost. No es el procedimiento que debe seguirse con este tipo de residuos, que no deberían llegar a Milà en estas condiciones. Los muebles (madera que se considera residuo peligroso para el medio ambiente) son depositados en las deixalleries ya sea directamente por los ciudadanos o bien a través de los servicios municipales de recogida en la vía pública. Después tienen que ser derivados a gestores autorizados para que intenten darles una nueva vida y, si no es posible, los trituren.

Poda que no se usa para compost

Otra de las imágenes muestra una gran cantidad de restos de poda amontonados en el vertedero de Milà esperando a ser dispersados para su posterior entierro. La poda que llega a Milà desde las deixalleries –o en todo caso a través de transportistas autorizados– no debe ser depositada en el vertedero. Así lo establece la autorización ambiental concedida por el Govern al Área de Gestión de Residuos y el plan director de residuos del Consell, que da tres alternativas para la gestión de los llamados residuos biodegradables procedentes de parques y jardines: convertirlos en biogás, utilizarlos para el compost o derivarlos a otras empresas autorizadas para su tratamiento.

El apunte

Hasta agosto la misma UTE de Milà gestionaba las ‘deixalleries’

Desde julio de 2018 hasta el pasado mes de agosto la red de deixalleries de Menoca ha sido gestionada por la UTE Deixalleries, formada por Cespa (Ferrovial) y Adalmo, que ganaron el concurso público de 2,6 millones abierto por el Consorci de Residus. Son las mismas empresas que gestionan desde 2015 el Área de Residuos de Milà. El contrato de las deixalleries tenía una duración de cuatro años con posibilidad de una prórroga de dos más, pero no hubo acuerdo para prolongarlo. Desde el 1 de agosto se encarga de la gestión de los puntos verdes la empresa pública Tragsa hasta que se cierre una nueva adjudicación. Subrayar que en diciembre de 2021 Ferrovial vendió su área de Medio Ambiente, Cespa, a Prezero, propiedad del gigante alemán Schwarz (Lidl).