Volver a hacer las maletas. La sobrecarga de acogida en la Isla, las dificultades para tener un trabajo en temporada baja y acceder a una vivienda obliga a los refugiados a hacer las maletas de nuevo | Gemma Andreu

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Una familia de Ucrania, formada por un matrimonio y su hijo de siete años, así como una amiga ucraniana con la que escaparon de la guerra en su país, deben abandonar, en los próximos días, el piso de Cruz Roja de Maó por falta de recursos y trasladarse, necesariamente, a Zamora para continuar teniendo cubiertas sus necesidades básicas.

El inmueble en el que actualmente residen está ubicado en la calle s’Arraval y se alojan, en total, ocho refugiados ucranianos que están inscritos en el Programa de Acogida e Integración de Personas Solicitantes de Protección Internacional del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, que, entre otras entidades, gestiona Cruz Roja.

Los recursos del programa de primera acogida (la primera fase) están por encima de las plazas permitidas en Balears y, según indican fuentes de Cruz Roja, los responsables están viéndose obligados a reubicar a los solicitantes de asilo en otras provincias donde todavía quedan plazas disponibles para disminuir la sobrecarga de acogida en las Islas.

Lo normal, reconocen, es que quienes se inscriben en el programa y empiezan el proceso de acogida e integración social en un centro lo terminen, pasado un plazo máximo de 24 meses, allí mismo para evitar los inconvenientes que supone comenzar, otra vez, de cero en otro lugar, más aún, en el caso de las personas que huyen de la guerra sin prácticamente nada.

No obstante, aseguran que la situación desencadenada por la llegada masiva de personas desplazadas es «extraordinaria» y esta familia en concreto no puede alargar más su estancia en el centro de Cruz Roja de Maó, porque es un recurso que finalizará en el mes de diciembre. El Ministerio les ha dado dos alternativas: trasladarse a un hostal de Cuenca o a una residencia de estudiantes de Zamora.

Según aclaran fuentes cercanas a la familia de Ucrania, habrían aceptado esta última opción por presiones. «Su estado emocional es bajo», afirman, teniendo en cuenta la situación de la guerra en su país, que tienen un menor a su cargo y que aquí ya habían recuperado, a lo largo de todos estos meses, una vida normal.