El acceso a una hipoteca y la subida del precio del dinero están en el centro del debate. En la imagen, una empleada de banca entrega a un cliente información sobre los productos hipotecarios para la adquisición de una vivienda. | Katerina Pu

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En las notarías el ritmo de actividad es elevado, como cada final de año, y en las inmobiliarias no hay indicios de que la demanda de compra de viviendas vaya a descender por las subidas del precio del dinero. Las operaciones se mantienen -salvo por el paréntesis invernal y cíclico que conlleva menos clientes extranjeros-, y tampoco se prevé que en 2023 se vaya a abaratar el coste de la vivienda, en todo caso, dejará de subir y permanecerá estable.

El índice de referencia de la mayoría de las hipotecas en España, el euribor, alcanzó el pasado lunes el 3 por ciento en su tasa diaria y su media mensual se situó en un 2,8. Su evolución tiene acongojados a quienes firmaron una hipoteca a tipo variable y que, habiendo disfrutado de sucesivos descensos en su cuota en años anteriores, ahora se enfrentan a una fuerte subida .

Pero el euribor no es la principal razón que puede asustar a los nuevos compradores «que ya saben la cuota que les va a salir» cuando contratan el préstamo, asegura la agente inmobiliaria Isabel Petrus, sino más bien el escollo es la poca o nula capacidad de la clase media y trabajadora de ahorrar para la entrada, la parte que no financia el banco con el préstamo hipotecario.

En esa apreciación coinciden otros agentes consultados. El delegado en Menorca de la Asociación de Agentes Inmobiliarios de Balears, Daniel Fernández, señala que «la gente no tiene capacidad de ahorrar ese 20 o 30 por ciento». Este profesional añade que otro problema es que «no hay promociones de vivienda nueva», pisos sobre todo, que son más asequibles para los residentes y aquellos que buscan comprar su primera casa, y eso tensiona el mercado del alquiler, «no hay, se está especulando con los alquileres», declara.

La hipoteca no preocupa a los compradores foráneos

La hipoteca, bien por la subida de los intereses o porque no se llega a ahorrar para poder solicitarla, quita el sueño a muchos menorquines, pero ese no es el caso de la mayoría de los compradores de fuera y extranjeros que compran una residencia de veraneo. Son un puntal del negocio, ya que quien adquiere una segunda vivienda en la Isla tiene un poder adquisitivo alto, «ya tienen su piso o su buena casa en el país de origen», señala Petrus, y no hace filigranas con la financiación, más bien muchos disponen de dinero para no tener que hipotecarse o si lo hacen en ocasiones es porque no quieren descapitalizarse.

El pasado octubre se formalizaron 178 compraventas de viviendas en Menorca, la mayoría fue vivienda usada, 144, y solo 34 fueron casas de nueva construcción. Todas fueron en el mercado libre. En lo que va de año, según el resumen del Institut Balear d’Estadística (Ibestat), los meses con un mayor número de operaciones han sido marzo, con 304 compraventas, mayo con 277 y julio con 200. Aún sin contabilizar noviembre y a falta de cerrar diciembre, 2022 ya ha sido un año de mayor actividad inmobiliaria que el anterior; en 2021 se registraron 1.624 compraventas y hasta octubre de 2022 fueron un total de 1992.

Ritmo alto de trabajo en las notarías

Los notarios dan fe de que el ritmo de firma de compraventas y préstamos hipotecarios no decaen. Las noticias sobre el euribor no han tenido efecto por ahora. «Tenemos la actividad normal, no notamos cambios o que se reduzcan operaciones quizás al contrario, ante la posibilidad de modificaciones fiscales suele haber más trabajo a finales de año», afirma el notario Enrique Garí. En la notaría de Alberto Vela entre el 1 de septiembre y el 20 de diciembre ya ha habido más firmas de hipotecas que en todo el último trimestre de 2021.

La estadística de constitución de hipotecas refleja ese dato de que muchos compradores no piden préstamos. A fecha de marzo de 2022 se habían constituido 161 hipotecas frente a 304 compraventas de viviendas en el mismo mes. En cuanto al precio, Ciutadella es más cara, con 2.536 euros por metro cuadrado, frente a los 1.927 de Maó.

El apunte

Pendientes del plan del Govern para avalar la entrada a los que compren un piso

El sector inmobiliario aguarda con máximo interés el programa de ayudas del Govern para avalar la compra de vivienda que no supere los 270.000 euros. Resolverá uno de los grandes obstáculos para clientes que quieren adquirir un piso y no tienen ahorros suficientes para cubrir el 20 por ciento que el banco no financia. «Esperemos que sea ágil y factible de conseguir», asegura José Pons, director comercial de la agencia Bonnin Sanso.

La diferencia en el acceso a la vivienda en propiedad para trabajadores y clase media que quiere dejar atrás un alquiler cada vez más elevado es ese dinero para la entrada y los gastos de registro, notaría e impuestos. «Son personas que pueden pagar pero no ahorrar, si el banco les aprueba la financiación y el Govern avala ese 20 por ciento, las cuotas al principio irán librando ese aval para que pueda beneficiar a otro», explica Isabel Petrus. La medida tiene su cara y su cruz. Por un lado ayudaría a poner en el mercado viviendas ahora alquiladas pero por otro, puede influir en que los precios de venta de los pisos no desciendan, ya que estimula la demanda.

Los requisitos para optar a ese aval son que la casa no cueste más de 270.000 euros; que el banco conceda el 80 % del préstamo; acreditar la residencia en Balears un mínimo de cinco años; que sea domicilio habitual y permanente de los solicitantes; y que estos no sean propietarios de ninguna otra vivienda. Otro dato es que pueden aspirar al aval aquellos que ingresen cada año hasta 57.200 euros si es una compra individual o hasta 64.250 euros conjuntos si es una pareja. El Govern anunció recursos de entre 15 y 20 millones de euros para este programa.