Una de las dos gasolineras de Menorca que sirven autogás, a la salida de Maó | Gemma Andreu

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La subestación de Repsol Butano en Maó dispone desde hace algo más de tres años de una cisterna fija en la que puede almacenar 20 toneladas de autogás (GLP), un tipo de combustible que según afirma la empresa «se abre camino en Europa como alternativa al elevado coste de los coches eléctricos».

En 2013, la compañía petrolera inició el traslado sistemático de autogás a Menorca mediante un camión cisterna que lo descargaba directamente en las dos estaciones de servicio que lo suministran, una en Maó y la otra en Ciutadella. Sin embargo, el aumento de la demanda hizo que a finales de 2018 iniciara el trámite para obtener los permisos con los que instalar un depósito para este combustible, mezcla de butano y propano, en la subestación de Maó.

La resolución favorable llegaría al año siguiente, pero la pandemia ralentizó todo el proceso que ha culminado esta pasada semana con la aprobación por parte del Consell de Govern del plan especial de emergencia exterior que se precisa al contar con una instalación de estas características.

Fuentes de la compañía han indicado que unos 250 vehículos en temporada alta estival circulan a diario por Menorca con sistema híbrido de gasolina y autogás, cifra que se reduce aproximadamente a la mitad durante el resto del año. Por sectores, son los vehículos de renting los que más instalan este sistema, seguidos por taxis y los que utilizan las autoescuelas, aunque también es frecuente en vehículos de maquinaria industrial.

La instalación del kit para el depósito de este carburante alternativo para vehículos propulsados por un motor de gasolina tiene un coste aproximado de 1.500 euros, como opción más rápida y económica de la que supone adquirir un coche nuevo eléctrico. De esta forma la adaptación convierte al coche de motor de gasolina con normativa europea a partir de Euro 4 (es decir, coches con menos de 10 años de antigüedad) en un coche bifuel con etiqueta ECO que permitirá circular sin restricciones.

El depósito suele instalarse en el hueco de la rueda de repuesto. El vehículo se programa para que utilice el gas y cuando detecta que se agota, cambia automáticamente a gasolina.

Los coches que utilizan autogás reducen las emisiones de   óxido nítrico y dióxido de nitrógeno en un 74 por ciento y en un 21 por ciento las de CO2. Además permiten un ahorro de consumo en torno al 40 por ciento respecto a su combustible convencional.

Desde Repsol explican que el doble depósito de gasolina y autogás con el que se dota a los vehículos adaptados permite una autonomía de circulación de unos 1.200 kilómetros, con variaciones según el modelo.