Dos de las tres barcas de arrastre del puerto de Maó, amarradas ayer en el muelle. La tercera esta en tierra en varada técnica. | Gemma Andreu

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El parón de las barcas de pesca de arrastre está afectando la mercancía que llega al mercado. Este tipo de capturas, que son más económicas y variadas, suponen más del 80 por ciento de lo que se pone a la venta en las plazas de Maó y Ciutadella y en otros establecimientos minoristas y mayoristas.

Las tres barcas del bou del puerto de Maó no saldrán a faenar hasta marzo, según anunció la semana pasada el presidente de la Cofradía, Pito Quintana. El parón responde, según se interpreta de sus palabras, a las restricciones que impone la Unión Europea, que obliga a esta flota a reducir su actividad a unos 155 días de media al año.

No obstante, la varada técnica anual que ha de hacerse para mantenimiento e inspección de las barcas las venía dejando inactivas un mes, normalmente siempre por estas fechas por ser las de menos demanda. Esta vez se duplica ese parón y además se hace coincidir el de las tres barcas, lo que se ha interpretado como voluntad de protesta patronal ante el progresivo aumento del recorte a la actividad.

Hasta ayer ha habido dos barcas de arrastre en Ciutadella, pero una de ellas ha comenzado la varada anual. La que queda en el agua es la que abastece actualmente el mercado, pero a finales de mes o comienzos de febrero también parará.

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Por tanto, según informan desde la Cofradía de Ciutadella, es probable que finales de mes durante una semana o diez días no haya ninguna barca faenando. Será en ese lapso cuando más se note la carencia de mercancía en el mercado.

Las barcas artesanales sí trabajan

Para solventar la situación trabajan las barcas de artes menores. «La situación no es tan dramática como se pinta, habrá pescado fresco cada día», asegura Miquel Salas, patrón de una de estas barcas.

Entiende la protesta de las barcas del bou ante el parón ecológico al que se ven sometidas, aunque son compensadas económicamente por ello y considera una casualidad que las tres de Maó hayan parado al unísono. También muchas barcas de pesca artesanal paran en enero, «es normal, las condiciones meteorológicas para la faena son peores que en verano, el agua está más fría y el pescado se mueve menos», explica.

No obstante, la razón determinante se halla en la oferta y la demanda, que cae en picado durante el invierno, particularmente después de las navidades, «en diez días se vende menos de la mitad», asegura.

En Ciutadella hay una veintena de barcas de artes menores registradas, en Maó son ocho y en Fornells, doce. Bastantes de ellas están paradas varias semanas de enero o febrero.

Menos días de faena para 'los malos de la película'

Las barcas de arrastre podían faenar 165 días de media al año. El último acuerdo de Bruselas del mes pasado ha aumentado las cuotas de pesca para las flotas cantábricas y atlántica, pero ha reducido más la mediterránea, donde la pesca de arrastre es observada como la «mala de la película» por las instituciones europeas y las entidades conservacionistas. Se calcula que tendrán que dejar las barcas en tierra diez días más, aunque se contemplan medidas compesantorias que hagan menos dolorosas esas restricciones.

Las características de esta pesca, poco selectiva, tienen una mala defensa ante la política proteccionista que reina en los foros institucionales, según ha reconocido en varias ocasiones la consellera balear de Agricultura y Pesca, Mae de la Concha. La de arrastre es, así, la pesca más castigada y los patrones, los que más indignación muestran. Alegan que el propio sector vela por la conservación y que los caladeros muestran síntomas de buena salud y recuperación como consecuencia de una explotación moderada. Entienden que sufren persecución y esa puede ser una de las razones de la progresiva disminución de la flota de arrastre.

El apunte

Las gambas no han desaparecido del mercado ni siquiera en invierno

Seña de identidad del pescado local y distintivo culinario de calidad, la gamba roja no ha desaparecido del mercado. Ha sido utilizada también como baremo del daño que la normativa europea causa en la pesca de arrastre, que resulta incontestable, pero hasta el pasado fin de semana han faenado dos de estas barcas en Ciutadella. Sus capturas son suficientes para abastecer el mercado insular que, durante los meses de invierno postnavideños, ve muy resentida la demanda. No obstante, es probable que durante diez días a finales de mes o comienzos de febrero ninguna de la seis barcas de arrastre estén en el agua y, entonce sí, habrá ayuno obligado de gamba fresca.