Luis Miguel Benito de Benito ofrecerá dos charlas en la Isla. La primera será el 28 de enero en el Ateneu de Maó y la segunda, al día siguiente, en el Casino 17 de Gener de Ciutadella.

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Más de 40.000 endoscopias realizadas a lo largo de su carrera, muchas de las cuales, unas 8.000, calcula, realizadas en Menorca, en el Hospital Verge del Toro y el ‘Mateu Orfila’, donde ejerció, desde su especialidad en aparato digestivo, siete años, a partir de 2000. El médico Luis Miguel Benito de Benito (Madrid, 1967), voz crítica destacada con la gestión de la pandemia, a través de canales como Telegram y Odysee, regresa a Menorca el fin de semana del 28 y 29 de enero. Lo hace con la charla «Por una vida saludable»; en el Ateneu de Maó, el sábado, y en el Casino 17 de Gener, el domingo. Manifiesta ahora la ilusión del reencuentro, invitado en esta ocasión a título privado por organizadores del evento.

Si bien tiene la sensación de que nunca se ha ido de Menorca; «siempre estoy allí, con la cabeza y el corazón». Lo dice en alusión a la relación que mantiene con pacientes. Fruto de una larga experiencia asistencial, de 25 años, y que ha pasado por distintos centros sanitarios públicos y privados, en siete comunidades autónoma, destaca la necesidad de crear nuevos puentes médico-paciente, a través de medios virtuales, que generen nuevas formas de salud.

Doctorado en Biología Celular desde su formación en Medicina, y licenciado también en Filosofía, es autor de dos libros. Uno de ellos es un ensayo escrito en 2006, cuando trabajaba en Menorca: «El médico tras la verdad. O lo que más se parece a ella», premio de ensayo en Humanidades de la Academia de Ciencias Médicas de Catalunya y Balears.

Por otro lado, «Corononavirus. Tras la vacuna», escrito hace dos años, va por la cuarta edición. El número y el título vienen a colación para tener su punto de vista sobre la repetición de dosis y la gestión de la pandemia, temas que se da por hecho estarán en la charla. Una vida saludable, que es como se presenta, estaría, en su opinión, en recuperar la confianza en la medicina, después de «la inyección de mucho miedo que ha generado a la vez descrédito». O en hablar más de salud y menos de enfermedad, afirma.

Desde la piel de divulgador censurado, se refiere asimismo a la necesidad de recuperar el acceso a la información y la libertad. Binomio que considera «esencial para que cada cual adopte las medidas que considere adecuadas para conservar la salud». «En nombre de la supuesta ciencia se han cometido barbaridades», insiste, para añadir que «lo más triste es que los médicos hemos perdido la capacidad de crítica y ha faltado sentido común». Pero hay algo peor, desde su modo de ver: «el escepticismo, la actitud de desengaño, que anula la capacidad del ser humano de buscar la verdad». Su receta para no desistir está en su afán de mirar a los ojos de la gente, «para percibir un remanente de humanidad por el cual merece la pena luchar», dice con convencimiento.