Stand de Menorca en Fitur

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Ya no se trata de reservar el máximo de plazas y asegurarse el lleno cuanto antes. La demanda vacacional sobre Menorca va en aumento    y los hoteleros cambian la estrategia de venta, prefieren mejorar precios adaptándose a la nueva tipología del cliente latino en vez de precipitar voluminosos paquetes de reservas a los turoperadores británicos.

La primera jornada de Fitur constató que las reservas están por encima de las de 2022 y que la    pandemia ha potenciado el mercado latino en detrimento del anglosajón. Español, francés, italiano y portugués son los dominantes en un escenario de progresiva diversificación con mercados como el holandés y el checo. No se ha perdido el británico, que llegó a monopolizar el 80 por ciento de las reservas, pero se ha roto la dependencia del mismo, «la clientela del Reino Unido representa ahora el 45 o 50 por ciento en la mayoría de los establecimientos», reconocía desde Madrid Luis Pablo Casals, presidente de Ashome, «ahora hay optimismo sin euforia, hay que saber de donde venimos».

Caribe mediteráneo

El tirón que logró Menorca durante los dos años de pandemia al revalorizarse como destino seguro se mantiene. «Destaca como destino sostenible, la llaman el Caribe mediterráneo y se ha logrado una gran promoción boca a boca, se ha disparado en el mercado nacional y los madrileños han dado el sorpasso a los catalanes», de acuerdo con el resumen de situación de Casals.

El mercado nacional, sin embargo, no es tan previsor en la planificación vacacional y ello obliga a los hoteleros a mantener plazas sin reservas previas, «en el 22 generó beneficio la venta tardía al mercado latino y el precio subió», explica.

Más temporada

El aumento de la demanda percibido en la primera jornada de Fitur estimula también el objetivo de prolongar la temporada para favorecer la desestacionalización. Casals cree que en 2023 abril puede incorporarse de pleno al calendario turístico, que, por otra parte, podrá prolongarse hasta la primera quincena de noviembre.

Señala que los hoteles generalistas, los de costa, de más de 150 plazas, necesitan un tiempo de puesta a punto en invierno, pero que los establecimientos urbanos y los agroturismos, de entre 10 y 20 plazas en su mayoría, son una fórmula idónea para la desestacionalización y el turismo fuera de temporada. A ello contribuye la una política de comercialización específica.

Entre los retos pendientes, figura el de «determinar la masa crítica que puede soportar Menorca» para adaptar mejor los flujos turísticos a la oferta real.