Uno de los solares urbanos que pueden hallarse sin edificar en el casco urbano de Maó. | Gemma Andreu

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Los constructores tienen la agenda llena, con una demanda de particulares, tanto para reformas como para nuevas viviendas unifamiliares, que ahora mismo tira del sector y en estas circunstancias pocos se arriesgan a impulsar bloques de pisos. Mientras el problema del acceso a la vivienda en Menorca se acentúa, faltan pisos o casas asequibles y los alquileres están a precios disparados, hay espacio para edificar que no se usa, no despierta el interés de los inversores.

La Isla dispone de 5.552 parcelas urbanas sin edificar, una superficie de 995 hectáreas que representa alrededor del 32 por ciento del suelo disponible para construir, 3.118 hectáreas en total. Estos son los últimos datos catastrales publicados por el Institut Balear d’Estadística (Ibestat) y relativos a 2022.

El sector de la construcción está sobre todo centrado en la rehabilitación y en los chalés, un 72 por ciento de la superficie visada en la Isla por el Colegio de Artquitectos, según su informe de julio de 2022, corresponde a vivienda unifamiliar. Este tipo de construcción explica el incremento de obras, de presupuesto y de superficie construida (un 72 % más respecto a 2021 y un 48 % más que en 2019) el año pasado.

Sin opciones para la clase media

En 2022 se visó el mayor número de obras desde 2007, así que no es que no se construya, sino que la tipología de esos proyectos no son las promociones de pisos a las que pueden optar los residentes de clase media, que a finales de la década de 1990 y principios de los 2000 se vendían incluso antes de construir, sobre planos.

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Es Mercadal se mantiene como el municipio que más superficie urbana tiene sin edificar, 347 hectáreas, seguido de Maó con 173, Sant Lluís y Ciutadella, con 158 y 157 respectivamente, y Alaior, con 103. Ferreries, con 19 hectáreas, Es Castell con 20, y Es Migjorn Gran con 18, tienen mucho menos suelo libre disponible.

Restos de la burbuja

Parte de estas parcelas todavía procede de promociones fallidas y congeladas desde la recesión de 2008, cuando estalló la burbuja inmobiliaria, y pertenecen a promotoras y bancos. En este sentido, en Es Mercadal «aún quedan solares muy grandes vallados, estructuras y pisos sin vender que se arrastran de aquella crisis», explica Gabriel Janer, delegado en Menorca de la Asociación de Constructores de Baleares adscrita a la patronal CAEB. También hay grandes espacios previstos para el desarrollo de la ciudad en Maó, como los situados detrás del antiguo cuartel de Santiago junto a la Ronda o parcelas congeladas en el tiempo como en la Sínia des Muret.

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«La vivienda plurifamiliar no es atractiva para el promotor porque no le salen los números», afirma Miguel Ángel Sicilia, presidente del Colegio Oficial de Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación de Menorca. Y añade que algunas de esas parcelas de Maó no se desarrollan porque el Plan General limita densidades y parámetros de construcción, algo que también pasa en otros municipios, matiza. «Si las viviendas son grandes y de una promoción salen pocas unidades está claro que serán más caras», señala, «los costes han subido y si de una operación de millones sacas pocas viviendas estas se van a tener que vender a un precio muy alto, esa es la clave».

Más alturas para abaratar el precio

Sicilia añade que «es hora de ser valientes y decir que, si no se quiere consumir territorio, hay que subir en altura, estamos hablando de permitir cuatro o cinco plantas, no de treinta ni de hacer un Benidorm», asevera el representante de los arquitectos técnicos. Asegura que en reiteradas ocaciones se ha transmitido esta petición a las administraciones, en el sentido de modificar densidades o parámetros de edificación «en según qué zonas».

Por otro lado, parte de ese suelo urbano sin edificar, aletargado, no son terrenos en el interior de pueblos y ciudades, también están en urbanizaciones que no cuentan con las infraestructuras básicas de agua y alcantarillado, como Punta Grossa en Es Mercadal, Sant Antoni, Cala Rata, partes de Cala Llonga y Binidalí en Maó, amplias zonas de la costa sur en Sant Lluís o Son Blanc y Cala Morell en Ciutadella, a modo de ejemplo. Eso implica que se han limitado las parcelas en las que realmente se pueden obtener permisos para edificar en las urbanizaciones, «es un freno para la autopromoción», afirma José Pons, director comercial de Bonnin Sanso.