Suelo en venta en la pastilla de terreno junto a la Vía de Ronda de Maó y detrás del antiguo cuartel de Santiago. | Gemma Andreu

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Las promociones de viviendas plurifamiliares que puntualmente se van terminando tienen salida en el mercado, hay demanda. «Junto al colegio Mare de Déu del Carme, frente al instituto Joan Ramis, en Josep Maria Quadrado, todo se ha vendido, y esto solo en Maó», enumera el agente inmobiliario José Pons, bien sea como primeras viviendas o para destinar los pisos al mercado del alquiler de larga duración. Pero los constructores locales son reticentes a embarcarse en este tipo de operaciones cuando tienen trabajo, los pagos son al cien por ciento, de clientes con alto poder adquisitivo y ellos así no tienen necesidad de recurrir a la financiación de los bancos, como sí ocurre con las grandes promociones de plurifamiliares.

«Suben los costes, el precio de los materiales y luego tienes dificultades para vender, si no haces los pisos muy pequeños salen demasiado caros», comenta Gabriel Janer, delegado de la Asociación de Constructores de CAEB. Las superficies de 80 o 90 metros cuadrados ya no son viables, explica, «salen precios altísimos, sabes que te van a decir que no». En el mismo sentido se expresa José Olives, presidente de la Asociación de Empresas de la Construcción y Promotores de Menorca, adscrita a la patronal PIME.

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«Hace años que no hacemos promociones», y apunta que tiempo atrás «para tener trabajo» se optaba más por este tipo de actividad en el sector. Pero no es el caso actual. «Ahora hay una gran demanda de particulares y es más seguro. Los precios de los materiales han subido mucho y es difícil hacer que los pisos sean asequibles, siempre tienes ese riesgo de que se vayan a vender o no».

Olives coincide con el responsable del Colegio de Aparejadores, Miguel Ángel Sicilia, en que la administración debe mover ficha en cuanto a densidades.

«Deben dar facilidades, por ejemplo en Ciutadella permitir una planta más para poder repercutir el coste del solar y el de la obra y así las viviendas saldrían a mejor precio», declara. Olives incide asimismo en la queja del suelo urbano en las urbanizaciones que no puede tener licencia ni edificarse debido a las carencias de infraestructuras básicas. «En Cala Morell por ejemplo no se puede construir, debe tener una red de alcantarillado y no parece que se vaya a hacer a corto plazo», explica. Son demasiados interrogantes, subraya, para que los promotores se aventuren a construir algo que no saben si podrán vender.