Ana Llorens abraza a su perro Sushi, un beagle de 11 años que acaba de ser operado de un tumor.

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Si ya de por sí resulta complicado encontrar una vivienda en Menorca, la oferta se reduce y es casi inexistente para las personas que tienen a su cargo animales. No son pocos los propietarios que deciden no aceptar mascotas en sus propiedades, especialmente, perros. A pesar de que con la nueva Ley de Bienestar Animal se consideran como seres sintientes y parte del núcleo familiar, los arrendadores pueden prohibir, según dicta la Ley de Arrendamientos Urbanos, la entrada de mascotas en las viviendas y requerir la firma de esta cláusula en el contrato de alquiler.

Esta realidad lleva a muchos inquilinos potenciales, responsables y con solvencia económica, a vivir una auténtica odisea a la hora de buscar un piso. Ana Llorens, una joven artista menorquina a quien acompaña desde hace años un perro llamado Sushi, pone voz a esta problemática en conversación con «Es Diari». Hasta ahora, su perro vivía con su expareja, que a principios de marzo se marcha a otro continente y, por razones profesionales, no se puede llevar a Sushi. «El plan era que [el perro] viniera a vivir conmigo, pero el propietario del piso es firme en la decisión de no dejar que entre», explica.

La situación es «extremadamente delicada», añade. A Sushi, que es un beagle anciano de 11 años, le operaron en noviembre de un tumor. «Fue una operación complicada y está enfermo, le quedan uno o dos años de vida por delante», aclara. Pide comprensión, «porque las personas que tenemos animales a nuestro cargo nos hacemos responsables de ellos y los queremos como si fueran hijos», así como humanidad y flexibilidad ante situaciones excepcionales. «Hay mucha gente que lo pasa mal», declara.

Personas con animales son el perfil que más se repite en los portales para encontrar una vivienda, además de trabajadores de temporada y otros destinados a Menorca, familias y madres con hijos.