La antigua depuradora de Ferreries, con un cartel de prohibido el paso. | PACO STURLA

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El Govern balear era partidario de enterrar en un sarcófago de hormigón los fangos tóxicos acumulados en la antigua depuradora de Ferreries y, por tanto, veía con buenos ojos que estos residuos permanecieran en la Isla. Aunque el proyecto salió a la luz a principios de 2015 con el ejecutivo del PP de José Ramón Bauzá, también fue apoyado por la actual administración del Pacte hasta 2017.

Encapsular los residuos peligrosos en un depósito y sellarlo para evitar filtraciones se consideraba como la mejor opción y la más económica. Rondaba los 1,5 millones de euros, una cantidad inferior a los más de 2 millones de euros que debían desembolsarse si se optaba por enviarlos fuera. El proyecto contemplaba la creación de un sarcófago de hormigón que evitara posibles filtraciones contaminantes en el subsuelo en el mismo emplazamiento de la antigua depuradora, en la carretera que une Ferreries y Es Migjorn Gran.

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El cambio de postura con el Pacte

Aunque se convocó un concurso para adjudicar la redacción del proyecto técnico con el objetivo de diseñar esta obra, nunca llegó a materializarse. En marzo de 2017, el Govern balear liderado por Francina Armengol descartó contruir este depósito para enterrar los lodos tóxicos, después de que la entonces presidenta del Consell de Menorca, Maite Salord (Més), y el entonces alcalde de Ferreries, Josep Carreres (Entesa), se alinearan y expresaran que no eran partidarios de enterrar los residuos, sino que defendían exportarlos fuera de la Isla.

Ese fue el punto de inflexión que marcó la decisión de ‘enterrar’ el proyecto del sarcófago y apostar por la retirada de los lodos y el transporte a la Península, con la finalidad de reconvertir el área de la antigua depuradora de Ferreries y crear un espacio ambiental de uso público. El mismo seguirá las líneas del proyecto que tanto Consell como Ayuntamiento se han comprometido a redactar y presentar.

El barco «Deun» amarró en el puerto de Maó los días 30 y 31 para cargar los fangos tóxicos. El pasado sábado llegó al puerto fluvial de Sevilla para destinar los residuos al vertedero de Nerva (Huelva).