Un trabajador de la construcción acaba los techos en el interior de una vivienda. Por tipología de la superficie construida, más del 30 % son reformas. | Josep Bagur Gomila

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La media anual de creación de vivienda nueva en Menorca, en lo que va de la década de 2020, es seis veces inferior al ritmo que se vivía en los años 2000, antes de la gran recesión de 2008, todo y que se percibe un crecimiento en el último trienio, ya salvado el bache de la pandemia. Ahora la media está en 190 viviendas nuevas anuales, cuando en los 2000 esa cifra se elevaba a 1.290.

En la década de los años 90 se creaban de media 835 nuevas viviendas en la Isla, a pesar de que en 1993 se vivió otra gran crisis económica. El país venía de una década, la de los años 80, en la que    el boom del ladrillo dejaba en la Isla anualmente una media de 2.746 viviendas construidas, eran «estadísticas disparadas» recordó ayer Enric Taltavull, presidente de la demarcación insular del Colegio    Oficial de Arquitectos de Illes Balears (COAIB), durante la presentación de la memoria de edificación del año pasado, pero el análisis sirve para contextualizar el problema de la vivienda. No existe un término medio, porque ahora ocurre todo lo contrario, se vive el periodo con menor creación de vivienda nueva, con una ratio de 0,86 casas por cada nuevo habitante.

Durante 2022 los arquitectos visaron en Menorca un total de 698 obras, un 3 por ciento más que en 2021, de las cuales 307 eran casas, confirmando así la tendencia a una recuperación ligada a la vivienda, y en menor medida a las obras relacionadas con centros docentes, deportivos y sanitarios. «En relación al conjunto de Balears, el crecimiento    de Menorca podría decirse que ha sido un poco más acelerado», afirma Taltavull.

La mayoría de esos proyectos corresponden por tanto a casas, con un claro dominio de las unifamiliares, que aumentan un 53 por ciento respecto a 2021. Por tipología, esa vivienda visada se reparte entre 165 unifamiliares, frente a las 108 de 2021; 122 edificios de plurifamiliares de mercado libre, un 33 por ciento más que el año anterior, cuando se visaron 92. Y en cuanto a los pisos de promoción pública, la memoria manifiesta una discrepancia, mientras se contabilizan 20 plurifamiliares protegidas según los datos que facilita el Ibavi (Institut Balear de l’Habitatge), el Colegio no registra ninguna vivienda visada de este tipo.

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En cuanto a los proyectos de uso turístico, disminuyen y suman 23 obras visadas, dos menos que el año anterior.

Los meses de mayor crecimiento en el visado de obras son los de marzo y junio, y en el tercer trimestre de 2022 se aprecian bajadas que hacen que el número de proyectos sea similar al del año anterior.

Obras de mayor cuantía

En cuanto al presupuesto de las obras visadas el año pasado, aumenta un 33 por ciento y llega a los 125 millones de euros, lo que significa que las unidades de proyecto «son más grandes», apunta Taltavull. El mayor volumen presupuestario se alcanzó antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, en 2006, con 390 millones de euros en obras visadas, mientras que el mínimo fue en 2012, con una caída en picado hasta los 38 millones de euros.

Por tipología de la superficie construida, más de la mitad corresponde a obra nueva, un 55 por ciento de las plurifamiliares y un 54 por ciento de las unifamiliares, y alrededor de un 30 por ciento a reformas. En las unifamiliares hay un 4 por ciento que son reformas integrales.

La memoria de los arquitectos revela en todo Balears el retroceso en la creación de vivienda plurifamiliar, un problema que no han creado ni la pandemia ni el conflicto armado de Ucrania «sino que ya existía», señala el colectivo profesional en su estadística anual de edificación.

Punto de vista

«Hay actividad pero falta personal, eso genera tensión en la construcción»

Dentro de esta situación estable en la edificación, Enric Taltavull identifica un serio problema en el relevo generacional para el sector de la construcción y la edificación. «Hay dos elementos críticos, la falta de personal cualificado y el desinterés de las generaciones jóvenes por seguir un aprendizaje relacionado con la construcción», aunque aquí también critica que «no hay líneas de educación y de FP específicas». Esto genera «una tensión en el sector, hay actividad, hay obras, pero falta personal preparado», señala el arquitecto. Por otro lado, las empresas «todavía arrastran un poco la prudencia de las épocas pasadas de crisis, tienden a no expandirse y a controlar, pero también tienen dificultades para crecer por ese problema de personal».

En cuanto a la posibilidad de limitar los alquileres, el presidente del Colegio cree que la iniciativa «sería de aplicación en zonas tensionadas, no creo que deba hacerse en todo el territorio». Según Taltavull, el debate en torno al tope de los alquileres viene porque «hay la sensación de que reduce la oferta, habría que valorar hasta qué punto tiene un resultado positivo, en principio es evidente que parece que sí, al reducirse los precios, pero parece que también incide en una disminución de la oferta de alquiler».