La depuradora de Binidalí se inauguró en 2007 y aún no ha entrado en funcionamiento. | Gemma Andreu

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«Las asociaciones de vecinos de las urbanizaciones del sur de Sant Lluís que empezarán a verter sus aguas residuales en la depuradora de Binidalí no entendemos la nula empatía de la Administración con la sostenibilidad y la poca visión de futuro de un bien tan escaso como es el agua en una isla nombrada Reserva de Biosfera». Así de contundentes se expresan desde las asociaciones vecinales de Binissafúller Roters, Binissafúller Platja, Caló Blanc, Cap d’en Font y Biniparratx, que exigen que el proyecto de la depuradora de Binidalí «no despilfarre el agua tratada» y se lleve a cabo «en estricto cumplimiento» de la legislación vigente y con «una adecuada protección del medio ambiente». Se oponen, en este sentido, a la construcción e instalación del emisario submarino de la depuradora de Binidalí, una tubería que conectará la salida de las aguas residuales de la planta con el mar.

Aunque el Ayuntamiento de Sant Lluís y la Dirección General de Agricultura del Govern balear anunciaron, en verano de 2022, la creación de una comunidad de regantes para aprovechar el agua tratada en las depuradoras de Sant Lluís y Binidalí, el Plan Hidrológico de las Illes Balears prevé una inversión de 500.000 euros para el tratamiento terciario y otra de 1.046.302 euros para el emisario que evacuará el efluente de hasta 3.500 metros cúbicos al día a 500 metros de la costa.

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Contra el «despilfarro»

Según el proyecto, indican los vecinos afectados, el caudal de agua tratada que se desaprovechará es de 360 metros cúbicos por hora, lo que equivale a 100 litros por segundo. «Puede tener muchos usos, sobre todo en la Isla, donde hay escasez de agua», subrayan, al mismo tiempo que insisten en que «el sentido común indica que esta agua debería inyectarse de nuevo en alguno de los acuíferos de la zona o derivarse hacia establecimientos hoteleros, industrias, explotaciones ganaderas o jardines para aprovecharla y así reducir el uso de agua doméstica». Dieciséis años después de la inauguración de la planta de depuración, «sería conveniente el rediseño de forma que permita una gestión completa del ciclo del agua», señalan, tras haber iniciado actuaciones con el Govern, el Consell y el Ayuntamiento de Sant Lluís hace más de una década.

Hay que recordar que, pese a que lleva inaugurada dieciséis años, la depuradora de Binidalí aún no ha entrado en funcionamiento y espera la autorización de Costas para ocupar el dominio público marítimo-terrestre y proceder con la construcción del emisario. «En estos    años han pasado muchas cosas, entre ellas, el desarrollo de la política medioambiental de la Unión Europea», recuerdan las asociaciones vecinales, que aseguran que el vertido al mar de las aguas residuales «hace que la depuradora sea un proyecto marrón para la Unión Europea», esto es, que daña significativamente los objetivos medioambientales de los países europeos. Además, apuntan que «está radicalmente en contra del Plan Hidrológico de las Illes Balears, que marca como objetivo la reutilización de las aguas residuales regeneradas para la recuperación de acuíferos o jardines».