Los conductores que cambian de vehículo han perdido el interés en los siete plazas y optan por los cinco plazas o híbridos. | Gemma Andreu

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Los taxis de siete plazas que tenían que dar respuesta a la demanda de familias numerosas residentes y venidas de fuera han caído en saco roto. Pese a los ruegos durante muchos años del sector, las promesas de la clase política y la tardía aprobación por parte del Consell del Reglamento de taxis de siete plazas, estos vehículos han acabado desmontados y achatarrados sin que hayan sido usados como taxis familiares.

Desde hace seis años, por lo menos, que la iniciativa apareció en el Plan Normativo del Consell, no ha habido grandes avances. Después de incumplir los plazos fijados, el ente insular aprobó definitivamente el Reglamento el año pasado. El siguiente paso era colaborar con los diferentes ayuntamientos para adecuar su normativa al nuevo precepto, pero los conductores de taxi denuncian que «está sin terminar» y que «ningún taxista se ha vuelto a interesar» en habilitar vehículos de siete plazas.

Algunos habían adquirido taxis con esta capacidad, que a lo largo de este tiempo han circulado sin que estuvieran todas las plazas ocupadas por la falta de un Reglamento. «Hemos desistido, en Ciutadella había seis y ya no queda ninguno», revela Antonio Vílchez, presidente de la Asociación de Radio Taxi de Menorca. Los que cambian de vehículo optan por la «moda» de los híbridos, subraya.

A la falta de una base que permita conceder licencias para taxis de siete plazas se suma una serie de requisitos y condiciones que no convence al sector. «Acaba siendo un vehículo semiindustrial, nos gastamos hasta siete mil euros más sin recuperar nada», aclara José Navarro, presidente de la Asociación de Taxis de Maó, que añade que «en otros sitios se prevén unas tarifas y hay cierta compensación, pero aquí, si tenemos unas tarifas reguladas, intervenidas y arcaicas, tener taxis de siete plazas no nos aporta absolutamente nada».

Sin elevadores ni sillas para niños

Los últimos controles policiales que vigilan la actividad del sector y el cumplimiento del Reglamento General de Circulación han destapado infracciones relativas al uso del cinturón y los sistemas de retención infantil por parte de los usuarios. Por poner un ejemplo, el viernes pasado la Policía Local de Sant Lluís hizo bajarse de un taxi a un matrimonio que viajaba con su hijo de dos años dirección Punta Prima porque el menor iba encima de la madre, en el asiento trasero.

Los taxis de la Isla no disponen de elevadores ni de sillas para bebé. «No estamos obligados», recuerda Antonio Vílchez. «Nosotros informamos a los clientes y si deciden subirse al taxi, lo hacen sabiendo que la responsabilidad es suya y que, si hay un control, la denuncia también será suya», resalta José Navarro.

El apunte

Los taxistas menorquines avisan de un arranque de temporada «flojo»

Si bien el avance de la temporada turística ha hecho hablar de récords en abril, mes en el que el tráfico de pasajeros en el Aeropuerto de Menorca ha alcanzado unas cifras nunca antes registradas, el sector del taxi no ha visto que esto influya en el servicio que presta. De hecho, los profesionales del volante reconocen un arranque de temporada «flojo» en comparación con el anterior.

Las perspectivas eran buenas «pero la realidad es que tenemos poco trabajo», reconoce Antonio Vílchez, presidente de la Asociación de Radio Taxi de Menorca. Desde que empezó la Semana Santa hasta lo que llevamos de mayo «está siendo un periodo flojo si lo comparamos con el mismo periodo del año pasado», explica Vílchez, que confía en que la situación mejore a medida que nos adentremos en los meses estivales.

Por el momento, advierte José Navarro, presidente de la Asociación de Taxis de Maó, «no hay trabajo, entre un servicio y otro podemos esperar entre una hora y una hora y media». El grueso del trabajo de los taxistas se concentra en los meses de mayor afluencia turística y, por eso, Vílchez recuerda que «es una carrera de fondo, habrá que hacer el balance a finales de septiembre».