Carlos Rivero Sintes, junto a un vehículo patrulla, en Maó.

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Deja atrás 45 años de servicio, casi todos ellos en Menorca. En la    Isla, de la que es natural, ha hecho de su vocación un modo de vida que ahora reemplazará por la familia, su esposa, sus dos nietos, sus hijos, Carlos, Daniel, Teresa, y su afición al huerto y a la pesca. El subinspector mahonés, Carlos Rivero Sintes, llega hoy a la jubilación y abandona la Comisaría de Maó en la que ha visto de todo y mucho, desde sus comienzos en precario hasta la severa transformación del cuerpo policial desde su unificación.

Inquieto, Carlos Rivero «Charli», de los pocos mandos menorquines de la Policía Nacional, ingresó en la escala básica en 1978 pero esa misma inquietud le hizo opositar y promocionar hasta alcanzar el rango con el que ahora concluye su ejercicio profesional.   

¿Ha sido o es usted un policía vocacional?

—Lo soy, has de sentir esta profesión para ejercerla bien. Son muchas horas, algunas desagradables, pero es una buena opción para abrirse camino en la vida desde la escala básica y llegar a la ejecutiva, como hice yo, si estudias y tienes vocación.

¿Por qué?

—Un compañero, Joan Triay, que ya era policía, me inculcó esta profesión y como me gustaba oposité y aprobé. Entonces eran tres meses de formación en Badajoz y ya salíamos con destino. Me tocó Bilbao, de 1979 a 1982.

Vaya comienzo...

—Mi madre lo pasó fatal. No había móviles ni internet y se pasaba el día aferrada a la radio por las noticias de los atentados.

¿Cómo se vivía allí?, ¿notaban el rechazo de la gente?

—Sí, claro. Cuando íbamos a San Mamés, por ejemplo, y salíamos al campo empezaban a cantarnos: «Qué se vayan...».   

¿Cómo asimila un menorquín veinteañero recién salido de la academia vivir rodeado del terror de los atentados?

—Con compromiso, lealtad y responsabilidad sabiendo que estás trabajando para otros. Luego vinieron mi mujer y mi hijo y en seguida naturalizamos las medidas que debíamos tomar cuando íbamos a la calle. Jamás salíamos de casa los tres juntos, cambiábamos los trayectos y siempre miraba bajo el coche antes de abrirlo.

¿Algún atentado de cerca?

—Sí, el del comisario José Luis Raymundo. Estábamos patrullando en Deusto y recibimos el aviso por radio.Cuando llegamos aún estaba vivo. Le habían dado un tiro en la nuca y murió después. Fue lo peor que he vivido.

¿Y en 1982 llega destinado a Maó?

—Sí, hasta que en 1994 ascendí a oficial. Cinco años después ascendí a subinspector, y me trasladaron a la comisaría de Ciutadella para volver a la de Maó en 2001.Primero fui coordinador de servicios, luego a raíz de las vacaciones de los presidentes Aznar y Zapatero en Menorca se creo el grupo de información del que fui nombrado jefe, más tarde, del grupo local de inteligencia, y también de fronteras, puerto y aeropuerto.

¿Dónde se sintió más a gusto?

—Cuando patrullaba en el 061 como policía, tanto en Bilbao como aquí. Tienes un trato directo con las personas, les ayudas a solucionar sus problemas e intervienes directamente. Y también recuerdo los años del Sporting, en Segunda B, y del Menorca, en la ACB, como coordinador de seguridad. También estuve comisionado en el 92, en los Juegos Olímpicos de Barcelona.

¿Cómo fueron los dispositivos para la seguridad de los presidentes del gobierno?

—Fue el trabajo más interesante que he hecho en la Policía.   

Menorca ¿es un lugar tranquilo para ejercer como policía?

—Sí lo es. Antes incluso más porque no había tanta gente y había menos delincuencia. Entonces, a las 5 o    las 6 de la madrugada solo veías por la calle a los que se iban a trabajar a las bisuterías. Ahora se ven otras cosas.

¿Cómo ha evolucionado el cuerpo policial en la Isla?

—Mucho. Antes éramos pocos y trabajábamos 24 horas día sí y día no. Y el domingo, si tenías libre debías doblar turno para cubrir el fútbol del Sporting, el baloncesto o las carreras de caballos, y el lunes a trabajar otras 24 horas, y sin que nos pagaran nada más ni nos dieran más compensación en días libres. Ahora el policía trabaja 37 horas y media a la semana que son las que le corresponden y antes era todo por la patria y siempre fuera de casa.

¿Por eso se necesita más personal?

—Claro, con 37,5 horas de servicio semanales necesitas más gente para cubrir los turnos. Ahora hay otros puestos de trabajo, como en el Aeropuerto o prisión, que antes no estaban. Antes solo nos dedicábamos a seguridad ciudadana, y desde la unificación de los cuerpos en 1986 hay más diversidad y funciones.

¿Algún día podrán consolidarse las plantillas en la Isla?

—Si hubiera más personal de la Isla sería posible.Los que vienen de fuera solo están el tiempo indispensable por la carestía de la vida aquí. Actualmente el 10 por ciento son de aquí o afincados en la Isla.