La oferta de pisos a la venta por debajo de 200.000 euros brilla por su ausencia en todos los municipios.    | Gemma Andreu

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La bola de la crisis de acceso a la vivienda se está haciendo cada vez más grande, expulsando del mercado de compraventa a la mayor parte de los residentes, que ven como su poder adquisitivo les aleja dramáticamente de las exigencias de un mercado  con una inflación desbocada. Las propiedades a la venta a precios asequibles brillan por su ausencia en portales y tableros de anuncios del sector, mientras cientos de menorquinas tocan con urgencia la puerta de las inmobiliarias, que acumulan largas listas de espera de potenciales compradores interesados en casas a las que puedan hacer frente. Prácticamente no hay.

Sirva de ejemplo un análisis de la oferta del portal inmobiliario Idealista, donde hay más de 2.500 referencias en la Isla. Solo el 3,2 por ciento de las propiedades se ofertan por menos de 200.000 euros. Pero el detalle de los 83 anuncios por debajo de ese umbral de precios revela una realidad todavía más cruda. La inmensa mayoría son viviendas con obras por hacer, necesidad urgente de reforma o de un perfil alejado de lo que buscan la mayoría de los compradores para poder iniciar un proyecto de vida, espacios de menos de 50 metros cuadrados, pisos con una sola habitación, locales rehabilitados y en el mejor de los casos inmuebles situados en cuartos y quintos pisos sin ascensor.

Es la realidad que denuncian voces del sector como la de Gari Villalonga, de Autentic Fincas, una pequeña inmobiliaria con una cartera de una setentena de propiedades que trabaja principalmente con clientes residentes y que da la voz de alarma: «Tengo más de cien personas en lista de espera por un piso que no supere o lo haga por poco los 200.000 euros y me da mucha impotencia no poder ofrecerles soluciones». Ninguna de las propiedades se ajusta a ese perfil mayoritario de demandantes.

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Los inmensa mayoría de vendedores no quieren dejar escapar la ola en la que están subidos los precios en el mercado y los pocos que, normalmente por necesidad, se animan a hacerlo, venden    de forma inmediata. «Cundo sale al mercado una propiedad por 200.000 o 250.000 euros, si está en buenas condiciones, vuela». De hecho en muchos casos ni se llega a publicar, explica Villalonga. De poco sirve ante esta volatilidad tener la alerta activada en los portales inmobiliarios. En algunos casos el propietario no tarda ni un día en encontrar un comprador interesado.

En esa situación son muchos los jóvenes que no pueden emanciparse ni siquiera con ayuda familiar. «Es un perfil de gente que podría estar de alquiler, pero con los precios que hay es imposible». Es por ello que muchas familias han optado por lanzarse a la compra de una vivienda, para acabar topando con una realidad igualmente prohibitiva. Precisamente desde el sector se apunta a los precios «desorbitados» del mercado de alquiler como una de las causas de que se hayan incrementado la lista de clientes interesados en adquirir una propiedad. Otros factores han favorecido el aumento de la demanda en el mercado de compraventa, como la caída de los tipos de interés, que hacen más atractivas las hipotecas.   

Inversores

Los residentes con necesidad de una vivienda tienen que competir en ese contexto con un buen número de inversores interesados en hacerse con inmuebles para sacarles rentabilidad en el mercado del alquiler. El alto nivel de los precios también  afecta a los segundos. Esa ansiada rentabilidad se reduce sensiblemente en el caso de que las propiedades sean muy caras o que requieran de costosas reformas. De todas formas, las grandes inmobiliarias consultadas como Bonnin Sanso, así como las especializadas en el mercado de alto poder adquisitivo, como Inmobiliaria Pons Morales, han cerrado el año 2024 con un aumento de las operaciones y no prevén que la tendencia vaya a enfriarse en los próximos meses.

Existe la máxima en el sector de que el precio de las viviendas es el que alguien esté dispuesto a pagar y, por lo visto, sigue habiendo un perfil de cliente dispuesto a comprar o alquilar a precios que están haciendo inviable el acceso a una vivienda propia para perfiles como jóvenes, trabajadores expulsados del mercado de alquiler o separados.

El apunte

Las falsas gangas de los bancos en busca del mejor postor

La aparición de un piso en buen estado en el mercado por un precio de venta de 150.000 euros –es un ejemplo–, muy por debajo de la media, supone un reclamo difícil de ignorar para compradores que llevan tiempo buscando una vivienda asequible, pero a veces estos anuncios tienen trampa. De un tiempo a esta parte se está extendiendo, sobre todo entre inmuebles propiedad de entidades bancarias, una práctica que voces del sector inmobiliario que prefieren no figurar en este artículo denuncian como un tanto engañosas. «El banco pone ese precio pero es para iniciar una subasta».

La propiedad entra así en una puja con esa cantidad de partida, pero el precio termina aumentando hasta equipararlo a los valores de mercado o incluso superando las expectativas del vendedor. «Es una técnica de venta, las entidades ponen ese precio como un reclamo, pero tienen claro a qué cantidad quieren vender la propiedad y, si no hay pujas que lleguen a ese precio, se termina alegando un defecto de forma para cancelar la subasta y devolver el depósito que se exige para poder participar».

Este modelo de comercialización, que en muchos casos llega a buen puerto con el cierre de la operación y que es perfectamente legal, también viene siendo utilizada por la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb).