De izquierda a derecha: Jessica Caules, Lorena Francés y Bea Pons, en la formación realizada en Son Espases.

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El 30,8 por ciento de los niños y niñas menorquines presenta retraso lectoescritor y un 10 por ciento tiene dislexia. Así lo indica la primera fase del revolucionario estudio longitudinal sobre la detección precoz y prevalencia de Trastornos del Neurodesarrollo (TND), codirigido por la directora del Centre Arrels, Jessica Caules Mesquida (Ciutadella, 1989), y al que también se ha incorporado recientemente como investigadora principal la logopeda de dicho centro, Beatriz Pons Benavides (Ciutadella, 1994).

La perspectiva de la también codirectora Lorena Francés Soriano (Agres, Comunitat Valenciana, 1986) desde su consulta de psiquiatría infantojuvenil —entonces como psiquiatra del IB-Salut en Menorca y actualmente en el Hospital de Son Espases—, combinada con la intervención directa en niños con dislexia y TDAH de Jessica Caules en el Centre Arrels, empujó a ambas especialistas a iniciar esta investigación en el año 2021. «A Lorena le llegaban perfiles relacionados con ansiedad, depresión y otros trastornos de conducta, mientras que yo trataba con diagnósticos tardíos y casos graves de dislexia que mostraban una gran resistencia al tratamiento. Lorena veía las consecuencias emocionales agravadas y, al investigar más a fondo, identificaba que el origen estaba en un trastorno aún no diagnosticado», explica Caules, remarcando que durante el estudio «no se han realizado diagnósticos de dislexia, sino detecciones precoces». «Estamos hablando de aproximaciones», recalca.

Su preocupación e interés por entender y analizar los síntomas en etapas tempranas, cuando existe una mayor plasticidad cerebral, unidos a su convicción de que los diagnósticos a tiempo mejoran significativamente el pronóstico evolutivo, la animaron a centrarse en la exploración de esta etapa crítica de detección precoz. Para ello ha estado acompañada de un equipo formado por 14 profesionales que llevó a cabo un trabajo de campo empleando una muestra inicial aleatoria exclusiva de Menorca, la cual constaba de 289 niños y niñas de 5 y 6 años. «La población representativa de una isla es una base estadística muy potente por su heterogeneidad, lo que la convierte en una muestra más que válida», justifica la ciutadellenca.

Los pediatras propusieron a diferentes familias participar en esta primera fase del estudio, que se centraba esencialmente en identificar los riesgos de padecer algún trastorno del neurodesarrollo (TND), como puede ser el TDAH o el trastorno del espectro autista (TEA), entre otros.

En una primera fase, se identificó un 55 por ciento de riesgo de padecer algún TND. Estos niños pasaron a una segunda fase de detección más exhaustiva, que incluyó la administración de baterías neuropsicológicas completas por el equipo del Centre Arrels. «Los resultados indican que Menorca presenta una prevalencia del 21,5 % de trastornos del neurodesarrollo», señala Caules. En esta cifra se incluye un 14 por ciento de TDAH, 2,4 % de TEA, 0,1 % de discapacidad intelectual, 9,54 % de trastorno de la comunicación y un 10 % de trastorno del aprendizaje.

Segunda fase de reevaluación

Cuatro años después, 89 de esos niños y niñas —el 30,8 por ciento inicial— serán reevaluados durante un año, ya que según la prueba de lectoescritura Prolexia, mostraron riesgo de dislexia. A diferencia de ahora con 9 y 10 años, por aquel entonces aún no estaban familiarizados con la lectura y la escritura. «Queremos dar continuidad a la parte específica de trastorno del aprendizaje. En el primer análisis, el estado emocional de los niños y niñas no arrojó datos de riesgo significativos. Ahora, una vez se ha incorporado el código alfabético, es decir, que ya existe una barrera de accesibilidad, queremos evaluar cómo les afecta en su salud mental y si los niveles de riesgo varían. Los estudios demuestran que un 82,2 por ciento de los niños con dislexia presenta una autoestima baja o muy baja, además de una prevalencia del 25 por ciento con trastornos de ansiedad. Queremos analizar nuestros propios resultados», resume la directora del Centre Arrels.

En esta segunda fase, el equipo de investigación someterá de nuevo a los niños al test Prolexia, al cuestionario SENA (Sistema de Evaluación de Niños y Adolescentes), que permite analizar problemas emocionales y conductuales de esta etapa, y a una entrevista cualitativa. Además, se centrará en la recopilación de más datos e información que ayuden a dibujar y comprender el contexto de los niños afectados. «Queremos conocer cuántos niños han sido sometidos a diagnósticos, el acompañamiento escolar y familiar, si han recibido tratamiento precoz...», apunta la propia Caules.

Demanda de formaciones y una gran repercusión en el mundo científico

Esta semana, Jessica Caules y Beatriz Pons se desplazaban hasta Son Espases para impartir, junto a Lorena Francés, una formación sobre dislexia y otros trastornos a su equipo de residentes. El estudio ha despertado un gran interés en revistas científicas especializadas en psiquiatría infantil. Incluso, Caules y Francés expusieron una ponencia sobre la importancia de la detección precoz en el último Congreso Iberoamericano de Dislexia celebrado hace dos meses en Palma.

El apunte

El innovador estudio apenas ha recibido una ayuda de 4.000 euros

El estudio longitudinal sobre la detección precoz y prevalencia de Trastornos del Neurodesarrollo (TND), dividido en una primera fase que atañe a la tesis doctoral de la codirectora Lorena Francés y una    segunda que compete a la elaborada por su homóloga Jessica Caules, no se ha visto correspondido con unas becas acordes a la importancia y el trabajo que entraña. La propia Caules lamenta haber recibido tan solo una ayuda económica de 4.000 euros por parte del Institut Menorquí d’Estudis hasta la fecha. «La idea es volver a pedirla para esta segunda fase del estudio, pero lo cierto es que no da ni para cubrir una quinta parte de los gastos asociados que implica», confiesa la fundadora de Arrels, centro especializado en el diagnóstico, tratamiento y divulgación científica de los trastornos del neurodesarrollo.

Según la ciutadellenca,      el equipo ha llevado a cabo el estudio por «devoción» y «pasión» por la investigación. «Este proyecto me representa mucho. Mi trabajo es pasión absoluta y tengo la voluntad de evidenciar resultados», afirma convencida.