Emilio Chamizo: «Los ucranianos no se van a rendir nunca»

En siete viajes a Ucrania desde que Putin la invadió, el fotógrafo ha captado su capacidad de resistencia, en el frente de la ‘frontera de Europa’

En zona de guerra. Emilio Chamizo ha estado unas tres semanas en Ucrania, siempre acompañado de su cámara.

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El fotógrafo Emilio Chamizo, que comparte la doble «nacionalidad» asturiana y menorquina, ha vuelto esta semana de su séptimo viaje a Ucrania. Y lo ha hecho con la cámara y el corazón llenos de imágenes, siempre de personas que sobreviven en esta guerra de Putin. Las fotos son a veces una voz de esperanza y otras sirven para registrar la destrucción y el dolor y entereza ante la muerte. Ha estado en el frente, «en esa zona gris donde no queda casi nada de vida». En los inmensos cementerios llenos de banderas del país, «mayores que el de Verdún». Conviviendo con los ucranianos, hablando con ellos, está convencido de que «nunca se van a rendir».

En uno de los últimos viajes, Chamizo llevó a Ucrania un par de palés llenos de envases de leche en polvo para bebés, fruto de donaciones solidarias en Menorca. Allí ya le conocen por eso y por lo que ha dado a conocer del país con sus fotografías. Esa confianza le ha permitido acceder a lo más profundo del drama de la guerra. Es de los que piensan que una persona siempre tiene la capacidad de hacer algo útil.

¿Qué ha cambiado en Ucrania en su séptimo viaje al país?

—Esperaba ver que estaba cerca la paz y ver algunas sonrisas y algo más de alegría, pero no ha sido así. Todo lo contrario. Esto va para largo.

¿Dónde ha estado?

—He vuelto a entrar por Moldavia y por la costa sur. Llegué a Odesa y después a Dnipro, Járkov y Prokrov. Allí me pasó algo curioso. Al llegar me encontré con un control y me piden la documentación. No me dejan pasar. Y es que había una visita de Zelenski a esta zona del frente. A su servicio de inteligencia le sorprendió que yo estuviera allí cuando la visita era secreta.

La manifestación de las viudas. Cada sábado, en Odesa y demás ciudades de Ucrania, las viudas, familiares y veteranos, se reúnen para reclamar la liberación o el retorno de los cadáveres de sus soldados | Emilio Chamizo

¿Cómo es el frente bélico?

—El frente está a 8 kilómetros de Járkov. Es una zona gris, donde no queda casi nada, las aldeas están vacías, quedan unas pocas personas obstinadas en seguir en su hogar, pero es un peligro enorme. Hay mucho más enfrentamiento de lo que se dice. Hay muchos drones de ambos lados. Y constantes ataques de artillería. Es una línea elástica que se mueve como una ola del mar.

¿Esta es la guerra de los drones más que de los tanques?

—Es la guerra de los drones.    Creo que toda futura guerra necesitará de expertos pilotos de drones.

En el distrito de Saltivka, en la periferia de Járkov, una escuela infantil destruida por los bombardeos. | Emilio Chamizo

¿Y la protección desde los satélites también es fundamental? Si se retira, ¿Ucrania pierde la guerra?

—Es fundamental, cierto. Pero Ucrania está fabricando por sus propios medios drones de ataque y otros de vigilancia. Fabrican drones de 15 pulgadas con tecnología propia que llegan hasta 40 kilómetros a través de un hilo de fibra óptica incorporado al dron. Tiene todo el frente muy bien vigilado.

¿Cómo ha visto a la gente? ¿Están por ceder territorio a cambio de paz?

—Se puede describir con esa palabra que a mí no me gusta mucho, resiliencia. Tienen una resiliencia tremenda. Con las alarmas aéreas en Járkov casi no se inmutan. Tienen confianza en su ejército y tienen claramente la voluntad de ganar. Lo que sufren es la desinformación y la preocupación por los que espían para el enemigo. En mi anterior viaje cayó un misil a menos de doscientos metros de donde yo estaba, muy cerca de un hospital. No dieron en el blanco. Pues en este viaje he visto que el hospital está destruido. Alguien que es capaz de destrozar un hospital con enfermos dentro no sé cómo calificarlo.

Sin una pierna, con el uniforme, dispuesto a resistir. | Emilio Chamizo

La primera víctima de la guerra es la verdad. ¿En qué nos están engañando?

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—La información falsa es que ellos tengan intención de rendirse. No la tienen. Ahora los conozco bien. Tengo amigos allí. Yme dicen que llegarán hasta las últimas consecuencias. Lo que temen es que se intente derribar al gobierno para poner a un títere de Putin. Intentan desacreditar a Zelenski con lo de que es judío. También es falso que haya manifestaciones en contra del propio ejército. Todo lo contrario.

¿Qué imágenes, situaciones, le han impactado más?

—Los funerales son impresionantes. Los cementerios inmensos. Cuesta digerir que haya tanta gente en esas sepulturas víctimas de la guerra.

Cementerios llenos de banderas, con largas hileras de sepulturas de personas muertas por la guerra. | Emilio Chamizo

¿Y los niños?

—Mira, una pequeña anécdota que me afectó. Volví a la ONG de Odesa a la que llevamos leche en polvo para los bebés. Diana, la directora, estaba con niños y niñas de los pueblos del frente donde ya no pueden vivir. Una niña le preguntó algo al oído. Y después me dijo que le había preguntado quién era yo. Le contestó que un fotógrafo español y la niña le respondió: «Entonces, ¿qué seremos ahora, españoles?». Eso quiere decir que no saben qué van a ser en el futuro. Me impresionó.

¿Cree que es verdad que los rusos se han llevado a miles de niños para darlos en Rusia en adopción?

—Eso es verdad. Yo llegué tarde para obtener alguna imagen, pero cada cierto tiempo consiguen recuperar a algunos. Hay pequeños retenidos en Crimea que se comunican como pueden con sus familias.

Yaroslav junto al río Donetsk, con el puño en alto: «¡No pasarán!.| Emilio Chamizo

¿Intuye cómo podría quedar el mapa si se alcanza un acuerdo de paz?

—Lo que es el Donbás está todo destruido. Se necesitarán diez o quince años para la reconstrucción. Además, el terreno está lleno de minas. Es posible que quede en manos rusas y que deban asumir el coste de la reconstrucción. Otra cosa es el Donetsk. La población está dividida. Si hicieran un referéndum controlado por la ONU se podría ver una salida. Crimea es la gran herida. Pero Rusia no va a ceder. Quizás sea como Gibraltar.

¿Cree realmente que Ucrania es el muro que defiende a Europa?

—Si fuera un conflicto local, los países bálticos no estarían reaccionando como lo hacen. Ni Polonia o Alemania. Europa sabe que Putin quiere reconstruir un imperio del pasado. En mi opinión, Europa se ha despertado pero todavía no comprende la importancia de las ansias expansionistas de Putin. Un ejemplo más es que quieren utilizar el tema de la lengua. Muchos ucranianos hablan solo ruso y son los primeros en defender a su país.

¿Los ucranianos quieren ser europeos?

—Los jóvenes lo tiene claro. Con los que yo he hablado todos esperan que su país se integre en Europa.

Cuando vuelva a Ucrania, que seguro que hará un octavo viaje, ¿qué situación le gustaría encontrar?

—La situación que busco es que haya un armisticio, un paso claro hacia la paz. Es un país maravilloso. He viajado mucho en tren, que es siempre puntual y no se para cuando suenan las alarmas, y he visto esos campos inmensos de cereales del granero de Europa. Esa gente se merece la paz.