Los menorquines que sufrieron el histórico apagón: «Fue como estar en una película distópica»
Trabajadores, estudiantes o jubilados que residen en diversos enclaves del país, e incluso gente de viaje, relatan en primera persona cómo han vivido tal experiencia
Las calles a oscuras dificultaron la vuelta a casa para los millones de afectados por el apagón en todo el país. En la imagen, el centro de Málaga. | Foto: Enrique Bermúdez
El apagón que dejó este lunes sin luz a toda la Península Ibérica, lo que incluye Portugal y gran parte de España, y de algún modo también afectó en la Isla, tuvo además un impacto directo para algunos menorquines esparcidos por la geografía española.
Trabajadores, estudiantes o jubilados que residen en diversos enclaves del país, e incluso gente a quiénes el cese del suministro eléctrico alcanzó estando de viaje, relatan en primera persona cómo se vivió tal experiencia, sin precedentes, bajo los efectos y consecuencias del mayor apagón eléctrico nunca ocurrido en suelo estatal.
Sinto Marquès | En Sevilla por la compra de un coche
He estado acompañando a un amigo, que iba a Sevilla para comprar un coche. Estábamos volando desde Barcelona hacia allí cuando se apagó todo. Al llegar nos enteramos por una noticia en el As de que era un apagón masivo; cogimos un taxi y Sevilla era un caos. Ir al centro fue un drama, los semáforos no funcionaban... comimos por el centro, todo comida fría, pues no se podía calentar nada, y mucho calor en los sitios, pues el aire acondicionado no funcionaba.
No teníamos ni idea de donde estaba el concesionario y teníamos que estar allí a las 5 de la tarde, preguntamos a un policía, que nos dice ‘no sé ni donde está mi familia’… a base de buscar, localizamos la avenida Kansas City, que estaba cerca y al fin nos dieron el coche. Nos ponían alguna pega, pero les hicimos ver que habíamos ido expresamente, no podíamos esperar.
Por la noche, sobre las nueve, los semáforos empezaron a funcionar. Salimos, por la zona de la Catedral… eso era un caos, y luego, para volver al hotel, no encontrábamos ni bus ni taxi, pero vimos a un tío que se ofreció a llevarnos por diez euros. Este martes por la mañana, haciendo el checkout, ya la electricidad empezó a ir y venir. Hemos podido poner gasolina y emprender el viaje de vuelta a Barcelona.
Lo más difícil ha sido no poder contactar con mi mujer ni mis hijas, que viven en Barcelona, han sido muchas horas de incertidumbre, sin saber qué ocurría.
Ismael Fernández | Trabaja en un rent a car en Madrid
Me preparaba para ir a trabajar, iba a ducharme, y el interruptor vi que no iba. Fui al diferencial general, y nada. Hablé con mi compañero de piso y pensamos que se había ido la luz en el bloque entero.
Me duché con la poca agua que había en la caldera, salí de casa, y vi en un grupo de WhatsApp de amigos que quizá se trataba de un ciberataque.
Los semáforos no iban, tampoco el metro, tuve que ir en bus al trabajo. Los buses iban colapsados, ni paraban.
Tenía que bajarme en el Retiro, pero no podía encontrar la localización al no funcionar el móvil y me bajé en O’Donnell; caminé 50 minutos hasta Atocha, no había alternativa. Estuve toda la tarde sin luz ni internet. Y no vino gente porque no podían acceder.
Araceli Florit | Estudia y trabaja en Sabadell
Estaba haciendo teletrabajo desde mi piso en Sabadell cuando el portátil se quedó sin conexión. Pensé que sería el wifi de casa, pero tampoco funcionaban los datos del móvil. Poco imaginaba que vivía un apagón que cruzaba fronteras. Una compañera portuguesa recibió un mensaje: en Portugal también estaban sin luz. Abrimos las ventanas y vimos a todo el mundo en la calle, desconcertado. A mediodía asumí que no podría ir a trabajar: ni ferrocarriles, ni internet. Intenté leer, descansar... pero, aunque en parte lo logré, no dejaba de mirar el móvil. Salí a dar una vuelta: Sabadell estaba lleno de gente, algunas tiendas tenían luz, otras no.
Era como estar en una película distópica. Pensaba en el caos: sin dinero en efectivo, sin transporte, sin comida para varios días, sin linternas. Me acordé de aquel kit de emergencia que nunca preparamos. Finalmente, en el pabellón donde entreno lunes, pude conectarme: decenas de mensajes esperándome. Había estado casi nueve horas sin luz ni internet en el piso, desde las 12.30 hasta las 21.00, completamente desconectada.
El lunes, más allá de las incertidumbres técnicas, de las cuales oiremos hablar muchísimo, nos queda una reflexión. Quizás deberíamos aprender algo de todo esto: que no pasa nada si el mundo no está al alcance de un clic. Que, a veces, desconectar también es volver a conectar con nosotros mismos.
Elsa Salom | Estudiante en Barcelona
Este lunes volvía a Barcelona desde Menorca, donde pasé el fin de semana. Llegué sin problemas, pero sobre las 12.30 horas me falló el móvil. Lo reinicié y nada. Al llegar a casa, estaban todos los vecinos en el rellano, todo el mundo estaba igual.
Después fui a la panadería con mi hermana, todo el mundo estaba igual, nadie tenía cobertura, comercios sin luz, sin semáforos. Me impactó… los coches se ponían de acuerdo para poder circular, entre el claxon y las señas.
Después fui a ver a una amiga que vivía cerca, por si tenía cobertura, fundamentalmente para poder avisar a mi familia, pues había cogido el avión desde Maó y no sabían nada de mí… pero claro, el telefonillo no iba, mi amiga no podía abrirme la puerta… hasta que alguien salió y pude entrar.
Juntas fuimos a hacer una compra al Mercadona. Aquello parecía un poco la época de la covid, con un ambiente raro, sin luz, con mucha gente, estanterías vacías, cortinas bajadas… la imagen era de pánico.
Y la gente fabulando, que si serían tres días así, otros que si era un simulacro por lo que estaba por venir… pero sobre todo, que se trataba de un ciberataque.
Las terrazas estaban llenas, mucha gente por la calle, y sobre las siete y pico de la tarde ya tuve algo de cobertura. A las 8, ya vino la luz y todo bien, normalidad.
La verdad es que cuando escuché que podrían ser tres días así, me impresionó… otra gente hablando de conspiraciones, fakenews… y nadie sabía nada. Había un señor con una radio a pilas y todo el mundo alrededor suyo escuchando… y por otra parte, se oyeron muchas sirenas; ambulancias, policía. Y los bares y las terrazas, llenos, lo que también es lógico, pues la gente no se iba a quedar en casa a oscuras. Fue importante llevar dinero en efectivo, mucha gente no tenía.
Imagen de pasajeros afectados por el colapso de la Estació de Sants en Barcelona.
Dani Sintes | Cursa el título de entrenador de baloncesto en Barcelona
Cuando se produjo el apagón, iba hablando por el móvil con mi abuelo, que me empezó a decir que no podía escucharme. En la calle, todo cerrado, la gente como loca, los buses a reventar, muchos atascos, el metro no iba… a los niños del basket los mandamos a casa, no queríamos que llegara la noche y se quedaran comprometidos.
Fui a Mercadona, la gente muy tensa, cortinas bajadas… y se empezó a decir que era un ciberataque, que los rusos nos había atacado. Pues ok. Los bares llenos y la verdad es que la tienda de delante, de una extranjera, también debió forrarse, por la cantidad de bocatas fríos que despachó.
Vivo en la zona del Clot, a hasta las diez de la noche, no recuperamos el suministro energético. Primero volvió luego la cobertura del móvil y un montón de mensajes me entraron de golpe.
Agustí Sans | Juega a basket en Valladolid
Me pilló en Valladolid en mi día libre. Fui al fisioterapeuta por la mañana y a las 12 horas estaba en casa, todo estalló a las 12.30, por lo que no me afectó mucho. Tenía comida en casa, pude hablar con mi familia de Menorca, aunque me daba red para una de cada cuatro llamadas, y al saber que todos estaban bien, aproveché el resto del día para arreglar algunas cosas y para preparar algunas maletas, pues la temporada se acaba.
Toni Ponce | Expolicía nacional y veraneante de Menorca
Estaba en casa tocando música, con la tele puesta, sin volumen, y se apagó de golpe. Todos los vecinos hablaban de que se trataba de un ciberataque de Putin.
Me preocupé, en cambio la gente de la calle, pues como que pasaba de todo, no advertí mucha preocupación. Las tiendas, los supermercados… todo cerrado, excepto alguna tienda de ultramarinos, de propiedad extranjera, donde solo dejaban entrar a la gente uno a uno, supongo que para evitar que les robaran.
No llegó la luz hasta las 8 de la tarde, pero mi hija mayor, que vive en otra parte de Tortosa, hasta las diez de la noche, nada.
Me asusté un poco, la verdad, en contraste con lo que noté en el ambiente, vi la gente poco preocupada. Los restaurantes, todos cerrados, y salvo un par de tiendas, donde la gente trataba de comprar linternas, todo cerrado.
José M. Pons Muñoz | Gastrónomo-escritor en Madrid
Una sensación agobiante, sobre todo al saber que afectaba a toda la Península ibérica, parte de Francia y Andorra. Por una radio de pilas escuché que el apagón duraría bastantes horas, se me hizo presente lo del kit de supervivencia. Pensé «esta gente sabía algo». Y hoy vemos la asfixiante dependencia que tenemos de la tecnología, y si falla, el caos se adueña de la situación. Por la tarde fui al hospital, había mucha policía y lleno de personas que al igual que yo necesitaban O2. Un cuadro deprimente y nadie nos daba una explicación; en el hospital me atendieron muy bien.
No sé puede comparar estuvimos sinó luz de mercadal a ciutadella,aquí no hay trenes ni àeropuerto la gente podia cargar moviles en canal salt.polideportivo.etc...
6 comentarios
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Ahora la palabra de moda es la "distópica", junto a que todo es "épico" 🤦♂️
No sé puede comparar estuvimos sinó luz de mercadal a ciutadella,aquí no hay trenes ni àeropuerto la gente podia cargar moviles en canal salt.polideportivo.etc...
Eso si fue un apagón, no la mierdecilla de ayer🙃🙃
Ami no me toco,vivo en maho pero tenemos unos políticos que cada día se ríen de nosotros.
Esto ha sucedido toda la vida unas horas son luz en es castell nos sigue pasando
El 2018 nos tocó a nosotros, y estuvimos tres días a oscuras y no se montó este pollo que se ha montado ahora.