ENTREVISTA

Tamara Contreras, médico intensivista: «No somos héroes, no podemos perder la salud solo por el sistema»

La impulsora del movimiento No podemos más publica un libro contra las guardias 24 horas y para que le perdamos miedo a la UCI

Tamara Contreras lleva una década afincada en Menorca. En la imagen, se toma un descanso en un banco de Maó | Foto: Gemma Andreu

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Tamara Contreras del Pino (Los Palacios, Sevilla, 1982), la médico intensivista que, desde Menorca, ha revolucionado el sector en España, no está dispuesta a parar. Tras salir en «La Revuelta» y entregar 180.000 firmas en la sede del Ministerio para pedir que se ponga fin a las guardias de 24 horas, ahora se ha puesto a escribir. «La vida intensiva» le ha salido tan de dentro que ya piensa en una nueva entrega editorial.

¿Qué la ha empujado a escribir?

—La necesidad personal, ha sido terapéutico. Ya tenía la visión de la sanidad como médico, paciente y familiar, pero me faltaba la de gestión. Así que, al asumir la dirección médica del hospital me percaté de la gran deshumanización que existe. Pero también quería acercar la UCI a la gente. Hay mucho miedo y se asocia a la muerte, cuando la UCI da vida y estar allí supone que puedes sobrevivir y curarte.

La habrá decepcionado reunir 180.000 firmas y luego ver que no sirven para eliminar las guardias de 24 horas.

—Mi primera reacción, muy visceral, fue de gran decepción al ver el borrador del estatuto marco que rige nuestras condiciones laborales. Pero pude quejarme a la ministra, el movimiento ‘No podemos más’ sigue creciendo y no pierdo la esperanza. Si la perdiese, no seguiría, porque esto desgasta muchísimo.

¿Cómo ha crecido?

—Ahora somos seis médicos de distintos puntos del país, que nos hemos conocido a través de las redes sociales y que me acompañaron en la segunda entrega de firmas ante el ministerio. Yo he publicado un libro y la geriatra de Murcia que está en el grupo, María Montoya, ha hecho un documental sobre el tema, «A mi quién me cuida», que se estrena en junio. Me contactó al verme en la tele. Todo ha salido de manera natural, no ha sido nada organizado. Ahora queremos pasar de la divulgación a la acción y valoramos posibles estrategias.

¿Que no se eliminen las guardias es solo cuestión de dinero?

—Sí, porque tienes a una persona que te está cubriendo tres turnos de trabajo. Las comunidades autónomas necesitarían al menos doblar las plantillas.

Portada del libro.

¿Cómo es una de sus guardias en el hospital?

—Es un día de incertidumbre en el que puedes pasar en nada de tomarte un café a tener que tomar decisiones de vida o muerte para un paciente. Y eso puede pasar de madrugada. Es una situación de tensión mantenida que nos pasa mucha factura a nivel físico, emocional y familiar, porque es muy difícil conciliar a todos los niveles tras pasarte 30 horas fuera de casa. En esos días no hay orden, es todo muy caótico.

También en el sueño, imagino.

—Sí, es horrible. Hace unos meses llevé un reloj de cronobiología durante la guardia, y es un desastre. Al día siguiente, el sueño no es reparador y, aunque duermas seis horas, está lleno de microdespertares.

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Si ya hay sindicatos y administración, ¿cuál es su papel?

—Los sindicatos y las asociaciones de médicos han presentado al ministerio un contradocumento del estatuto marco, pero nosotros tenemos más impacto mediático y tratamos de crear sinergias. Queremos lograr la cohesión en el gremio y hacer presión política y social.

¿No hay ninguna mejora en el nuevo estatuto marco?

—Sigue legitimando las guardias de 24 horas, pero la intención de la ministra no es esa. Tengo su teléfono, es cercana y está abierta al diálogo. El borrador habla de trabajar al menos 17 horas, pero fija guardias voluntarias de 24 horas los fines de semana y eso, en la práctica, las mantiene como obligatorias.

¿No le parece un sinsentido tener que hacer estas guardias eternas cuando ahora se impone la jornada laboral de 35 horas?

—Es algo que me hierve la sangre. En mis publicaciones siempre etiqueto a Yolanda Díaz, a quien se le llena la boca de decir que hay que trabajar menos y vivir mejor pero que nunca se ha pronunciado sobre los médicos. No entiendo cómo puede ignorarnos cuando estamos trabajando 70 u 80 horas semanales y 250 al mes. He pedido a través de la plataforma Changue que nos pueda recibir para explicarle el problema.

¿Les afecta la percepción social que se tiene de que los médicos ganan mucho?

—Sí, pero este privilegio es por pura matemática. Si trabajo el doble o el triple, en el cómputo global mi sueldo debe estar por encima de la media. Un médico cobra 4.000 euros, pero casi no sale del hospital.

¿Por qué no hay suficiente conciencia colectiva en la profesión? ¿Por qué los hay que no secundan su reclamación?

—Desde que empezamos se nos exige un sacrificio extremo y, al final, te lo acabas creyendo. La población también lo alimenta y nos dice que somos héroes, que estamos hechos de una pasta especial. Y, claro, tienes que aguantar y estar siempre disponible y, si muestras síntomas de vulnerabilidad, para tus compañeros eres el débil. Pero la vocación no está reñida con el hecho de poner límites. Luego está el tema económico. El sueldo base de un médico oscila entre los 1.300 y 1.400 euros y, si le sumas complementos de destino, la jornada completa te sale a 2.400 euros, guardias aparte. Cada hora de guardia te la pagan a 24 o 26 euros brutos y, como trabajas 24 horas, te entra dinero. Pero nadie quiere cobrar menos. Los médicos somos los únicos que tenemos una jornada complementaria obligatoria, una guardia que es un infierno. Nos adoctrinan sobre el sacrificio extremo que debemos hacer en aras de la vocación. Pero una cosa es la vocación y otra la explotación. No tiene sentido que pierda mi salud, mi familia y mi vida solo por el sistema.

¿Cuál fue su detonante?

—Un caso de gravedad absoluta, un chico de 21 años que había tenido un accidente de tráfico. Se desangraba y yo me encontraba muy mal, con mucho sueño. Al final, el chico salió adelante, pero me alarmó ver cómo podíamos trabajar en esas condiciones.

Pero, con gran capacidad reactiva, fue capaz de salvarle.

—Esa es la trampa. Le he salvado, muy bien. Pero en el momento que aceptas que somos de una pasta especial dejas de tener necesidades de ser humano y la figura del médico, la narrativa histórica del superhéroe, te acaba destrozando.

«La vida intensiva», las guardias «infierno» que «deshumanizan»

 El 14 de junio, acompañada por Myriam Ribes, presentará en el bar Essència de Maó «La vida intensiva», un libró que gestó «cuando aún no había promovido ni la iniciativa en Change.org ni creado el perfil de Instagram. Pero cuando me senté a escribirlo, ya lo tenía en mi cabeza». Le ayudó su etapa de directora médico en el hospital, en plena pandemia. «Aprendí mucho, a saber gestionar el caos y enfrentarnos a un escenario pseudobélico para el que nadie nos había preparado».

Luego vino la toma de conciencia sobre la «extrema fatiga» que en las guardias pone «en riesgo» la vida de los pacientes y, desde febrero del año pasado, la recogida de firmas y la proyección pública que la ha permitido compartir sus inquietudes con otros profesionales del Estado. «Llegas a urgencias. Estás muy grave y te ingresan en la UCI. Un médico tiene que tomar ya una decisión que supondrá que vivas o mueras. ¿Prefieres un médico despejado o uno que lleva 20 horas sin dormir?». La pregunta aún espera respuesta oficial.