SALIR FUERA A ESTUDIAR

Pocos pisos, minúsculos y a precios abusivos: la otra carrera que arranca para los estudiantes de Menorca

Las familias están cada vez más estresadas por el coste económico y la gincana de buscar habitación

menorca prova de selectivitat batxiller | Foto: Josep Bagur Gomila

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Los resultados de las Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU), que a partir del día 11 estarán disponibles en la plataforma UIBdigital, marcan el destino de miles de estudiantes y el inicio de dos carreras paralelas, la de su formación superior y otra llena de obstáculos para hallar una habitación en condiciones y a precio razonable en la que vivir esos años como estudiantes.

La falta de oferta de vivienda y los precios abusivos en las principales ciudades que tradicionalmente escogen los menorquines, Barcelona, Madrid, Palma y, en general, en todas las capitales de provincias, añaden estrés a las familias, por el temor de no encontrar un piso para los jóvenes que salen a estudiar o de no poder pagarlo.

Además, la habitación que diez o quince años atrás, se podía apalabrar con relativa rapidez, en los días previos o casi al tiempo que se formalizaba la matrícula en la universidad correspondiente, ahora cuesta encontrarla semanas o incluso meses.

Y lo que hay en el mercado son pisos a precios «escandalosos», entre 700 y 800 euros de media por una habitación en Barcelona si se comparte, o estudios individuales que más bien «parecen una cárcel, de 20 metros cuadrados, aprovechando cualquier rincón, con una cosa encima de la otra, sucios y sin cumplir la normativa», asegura Assumpta Vinent, exalcaldesa de Ciutadella que estos días acompaña a su hijo en la agotadora tarea de buscar un piso en la capital catalana.

Como aparejadora de profesión, no puede evitar asombrarse de las condiciones en las que se están alquilando espacios a estudiantes o personas que no tienen más opción que compartir, porque un piso-estudio de reducidas dimensiones no baja de 1.100 euros en zonas alejadas del centro.

Espacios tipo rompecabezas

La realidad es que muchos jóvenes estudiantes tendrán que apañarse y hacer su vida en un solo ambiente, lo que viene a ser un sinónimo de cuchitril, a juzgar por los anuncios de los principales portales inmobiliarios.

La crisis de la vivienda es tan profunda que ahora se ha convertido en algo habitual que en los pisos-estudio, en las grandes ciudades, el cuarto de baño prácticamente    comparta el mismo espacio que el dormitorio y la cocina; retretes y duchas que se pueden ver desde la cama, minineveras, cocinas que solo tienen un microondas para calentar comida precocinada, techos bajos que apenas permiten ponerse de pie, y por supuesto, todo el espacio disponible aprovechado al máximo para hacer negocio.

Ya no existen recibidores en los pisos de alquiler con varias habitaciones para estudiantes, se han reconvertido y junto a la puerta de entrada de la casa puede haber una tele y un pequeño sofá, porque la antigua zona común que era el salón ahora se transforma en un dormitorio más grande por el que el afortunado inquilino paga una renta más alta; o muchas veces ese cuarto está destinado a parejas, que también pagan un plus.

Vinent lleva semanas recorriendo la ciudad condal, en la que su hijo ya cursó estudios y quiere permanecer para seguir formándose al tiempo que trabaja. Como ella hay muchos padres ahora mismo inmersos en el periplo de encontrar un lugar para sus hijos. En el Centre Municipal Universitari de Ciutadella ofrecen información sobre el acceso a la universidad, las becas disponibles, y últimamente también ayudan a interconectar a estudiantes que buscan o dejan viviendas.

Es un servicio municipal, pero está recibiendo a familias y estudiantes de fuera de Ciutadella. «Nosotros somos un punto de información, no una inmobiliaria», aclara Emilia Suárez, técnica de educación del Ayuntamiento de Ciutadella, pero ante la creciente preocupación por el problema de la vivienda, ella misma ha confeccionado una lista de alumnos que ofrecen y otros que buscan «hacemos de nexo de unión», explica.

El servicio está a punto de cumplir 25 años y en los últimos cinco, su responsable ha notado cómo la crisis de la vivienda afecta directamente a los estudiantes. «Los pisos están tan caros que hay familias que el primer año se decantan por una residencia», explica. Otras hacen la reserva en una residencia estudiantil de la ciudad en la que sus hijos quieren estudiar, y se arriesgan a perderla si luego el destino es otro. El aumento de las notas de corte, asegura, «añade más incertidumbre» y dispersa a los estudiantes, que hacen varias prescripciones.

Las cuentas solo dan para mudarse al extrarradio o a barrios conflictivos

La subida de precios hace que los estudiantes se alejen del centro y, cada vez más, busquen alojamiento en los extrarradios de las grandes ciudades, en pueblos o incluso en barrios considerados conflictivos. Es el caso del Raval en Barcelona, donde hay bloques que ya se dedican a este tipo de alquiler. La inversión extranjera también se ha dirigido a la compra de edificios para reconvertirlos en apartamentos, hacer divisiones y alquilarlos a jóvenes en Madrid o Barcelona. Muchos estudiantes buscan cursar carrera en ciudades con el mercado de la vivienda menos tensionado.