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Después de un periodo vacacional de Semana Santa en el que se habían visto más nubes que claros, más gris que azul en el cielo, más chaquetas que tirantes, el espléndido fin de semana que nos han regalado el sol y unas temperaturas preestivales hizo que no fueran pocos quienes se abalanzaran a celebrarlo junto al mar. Es algo que está en el ADN menorquín y que adopta con suma rapidez el foráneo que instala aquí su morada. Las playas se desperezaron este fin de semana tras un periodo de hibernación, recibiendo en su arena a no pocos pies descalzos. Algunos incluso se atrevieron con el uniforme más veraniego y los más valientes cataron el océano. una fiesta litoral a la que no faltaron las gaviotas en Punta Prima y la velella en Arena d'en Castell. Hay sitio para todos. Se vieron abiertas las ventanas de muchas segundas residencias costeras y el trajín de embarcaciones tampoco estuvo mal. Hoy toca volver al trabajo y al colegio con la esperanza puesta en el próximo fin de semana y la miel del verano, para el que aún queda, puesta ya en los labios.